El flamenco, una rosada ave que se agrupa en colonias
El Phoenicopterus, o popularmente conocido como flamenco, es característico por su gran tamaño y peculiar aspecto que lo convierte en el ave acuática más espectacular que vive en nuestros humedales. En este sentido, lo habitual es que supere de manera holgada el metro de altura. Perteneciente al género de aves neognatas de la familia Phoenicopteridae, estamos ante una de las más hermosas que existen en el mundo, pero también de las más peculiares.
Cabe destacar, el tamaño de sus largas patas y del cuello, con 19 vértebras cervicales y sus tonos rosados. El color rosa de sus plumas es debido a unos microcrustáceos que colorean las plumas de los flamencos. Por otra parte, las aves más jóvenes tardan tres años en conseguir ese color rosado hasta el punto de llegarse a decir que los flamencos tienen la capacidad de pintar el cielo cuando pasan volando.
Otra de las características del flamenco es su habilidad para dormir a una sola pata. Esta se debe a que no necesitan de otras partes del cuerpo para mantener el equilibrio, a diferencia, por ejemplo, de los seres humanos.
¿Dónde vive el flamenco?
Se sienten cómodos viviendo en el agua de las marismas, como las de Odiel o las del Guadalquivir. Pero el flamenco se distribuye prácticamente por todo el mundo con la excepción de Oceanía y se comunican entre ellos realizando gestos que pueden resultarnos muy divertidos cuyo eje central es el movimiento del cuello.
¿Qué come y cómo se reproduce?
Para alimentarse, los flamencos hunden la cabeza y el cuello, excavando con el pico como si fuera una pala para filtrar esos camarones de sal que, además de alimentarles, igual que un lápiz les colorea. Su coloración rosada está estrechamente relacionada con su alimentación. Y es que las algas forman parte de su dieta, conteniendo pigmentos carotenos que seguidamente se trasladan a sus plumas.
Cabe destacar que para alimentarse llenan su pico de agua para después expulsarla, y utilizan la lengua para retener aquello que hubiesen atrapado. Sumergen por completo su cabeza en el agua mientras se alimentan. De este modo, generan una imagen de lo más curiosa por el contraste que supone con su estilizada figura.
El flamenco pasa gran parte de su día acicalándose, alimentándose, bañándose y descansando. Son aves sociales, tanto que, en época de reproducción, suelen agruparse en colonias de decenas de miles de especies. Los machos dejan su espacio a las crías, aunque permanecen en actitud vigilante por si aparecen algunos de sus depredadores. Entre otros, destacan los alimoches, los gatos monteses o, incluso, las cigüeñas tan habituales de las mismas marismas.
Para la construcción de los nidos utilizan sus patas y forman con el barro un montículo con una altura de más de 30 cm. Este cuenta con un hoyo en el centro, siendo el lugar elegido por la hembra para depositar los dos huevos. Ambos progenitores se encargan de la incubación durante dos meses y nada más nacer los pequeños se acercan al agua, la que por excelencia es el hábitat del flamenco.