La lluvia está cambiando por la actividad humana
El cambio climático viene de lejos y sus efectos se pueden rastrear desde inicios del siglo XX. Los investigadores del GISS de la NASA (Instituto Goddard para Estudios Espaciales) están convencidos de esto y han dedicado un estudio a investigar como la actividad humana afecta a la tendencia mundial de la sequía. Han comparado datos reales y simulaciones relativas a la humedad del suelo. Uno de los métodos utilizados ha sido el índice de Palmer.
El estudio, «Cambios en el hidroclima del siglo XX que concuerdan con la influencia de la actividad humana» también contó con la participación de la Universidad de Columbia y el Laboratorio Nacional de Livermore. Se publicó en Nature. Utilizó series históricas, observaciones en el campo, el índice de Palmer para el período de 1900 a 1975 y datos satelitales, llegando hasta 2017. Entre los elementos que se tienen en cuenta también se encuentran los anillos de crecimiento de los árboles. Su espesor puede dar información sobre la sucesión de años húmedos y secos a lo largo de sus vidas.
El índice de Palmer
El índice de sequía de Palmer, también llamado índice de severidad de la sequía de Palmer, es normalmente abreviado como PDSI. Es una medida de la sequedad basada en la precipitación y la temperatura recientes. Fue desarrollado por el meteorólogo Wayne Palmer, quien publicó por primera vez su método en el artículo de 1965 Meteorological Drought para la Oficina de Climatología de la Oficina Meteorológica de EE. UU.
El índice de sequía de Palmer se basa en un modelo de oferta y demanda de humedad del suelo. No tiene en cuenta la actividad humana en ningún caso. El suministro es relativamente sencillo de calcular, pero la demanda es más complicada. Esta depende de muchos factores, no solo de la temperatura y la cantidad de humedad en el suelo. También depende de factores difíciles de calibrar, como la evapotranspiración y las tasas de recarga. Palmer intentó superar estas dificultades mediante el desarrollo de un algoritmo que las aproximaba. Se basó en los datos, la precipitación y la temperatura más fácilmente disponibles.
El índice ha demostrado ser más eficaz para determinar la sequía a largo plazo, en cuestión de varios meses, pero no es tan bueno con las condiciones en cuestión de semanas.
El peso de la actividad humana
Según los modelos climáticos, la huella humana en el medio ambiente debería haber sido perceptible desde principios de la década de 1900 y hacerse más evidente con el tiempo, en relación con el aumento de las actividades que implican emisiones a la atmósfera. Entre los años 1950 y 1975, la atmósfera se volvió más fría y húmeda debido a la actividad humana. Probablemente debido la utilización de aerosoles o partículas que están en suspensión en su interior. Las industrias vertieron grandes cantidades de humo, hollín, dióxido de azufre y otras partículas en el aire. Lo hicieron antes del lanzamiento de las intervenciones legislativas destinadas a proteger el medio ambiente. Todo esto, según los expertos, ha afectado a la atmósfera, bloqueando la luz solar y contrarrestando los efectos calientes de los gases de efecto invernadero.
Después de 1975, la contaminación del aire ha disminuido y la sequía global ha comenzado a disminuir hacia los valores de la huella humana. Aun así no ha habido una alineación precisa. Los autores del artículo creen que el estudio es innovador porque proporciona un «retrato» de la sequía en todo el mundo. Esto permite verificar si la falta de recursos hídricos se ha producido simultáneamente en diferentes regiones de la Tierra. Finalmente, la investigación confirma la correlación entre los patrones por los que se originan los fenómenos de sequía y las actividades humanas. Se constata que tras el año 2000, la huella humana ha aumentado.