¿Cambio climático y alimentación están relacionados?

Los fenómenos climáticos extremos aumentan el riesgo de una crisis alimentaria mundial. Es la conclusión de dos estudios que exponen que, en un mundo interconectado, cada vez es más probable que esos fenómenos puedan tener un efecto dominó en más de una región a la vez debido al cambio climático.

Los patrones climáticos extremos asociados, por ejemplo, con olas de calor y con las sequías, aumentan el riesgo de pérdidas de cosechas. Son cultivos de gran importancia para el ser humano a lo largo del planeta, como el trigo, el maíz o la soja. Esta estrecha vinculación entre cambio climático y alimentación genera una doble situación. Primero, podría poner al mundo al borde de una escasez de alimentos que aumentaría su coste. Segundo, daría lugar a problemas humanos y sociales.

Efecto dominó por el cambio climático

Las dos investigaciones parten de que vivimos en un mundo cada vez más interconectado, lo que conduce a una mayor probabilidad de que los fenómenos meteorológicos extremos puedan provocar efectos dominó en varias regiones al mismo tiempo.

Por ejemplo, es el caso de la llamada corriente de chorro: corriente de aire que se produce a gran altitud y que dirige las tormentas y separa las masas de aire. Puede adquirir formas cada vez más ondulantes y persistentes. Así se producen eventos de calor extremo de manera más común en determinadas áreas del planeta. Sobre todo en regiones del oeste de Norteamérica, Europa occidental, Rusia occidental y Asia occidental. Dependiendo del patrón exacto de corriente en chorro que desarrolle y bloquee en su lugar.

Una conclusión clave es que los fenómenos extremos de calor simultáneos y la disminución resultante en la producción de alimentos se pueden generar de manera simultánea en lugares separados por muchos kilómetros con relación a las oscilaciones de las ‘corriente de chorro’. De este modo, cuando se produce y se extiende durante un largo período de tiempo, los cultivos de estas regiones afectadas podrían disminuir entre el 4% y el 11% de su producción. Esto produciría escasez de alimentos, lo que muestra cómo el cambio climático y la seguridad alimentaria están más fuertemente relacionados de lo que creemos.

Olas de calor

«Encontramos una vulnerabilidad poco explorada en el sistema alimentario. Se implementan estos patrones de viento a escala global. Con ellos vemos un aumento de veinte veces en el riesgo de olas de calor simultáneas en las principales regiones productoras de cultivos«. Esto nos lo aclara Kai Kornhuber, científico atmosférico de la Universidad de Columbia y en el Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático. “Un fenómeno muy relevante, dado que los impactos de esas interconexiones no se cuantificaron previamente«.

Las bajas cosechas en un lugar tienden a equilibrarse mediante el comercio con otras partes del mundo que producen cosechas abundantes. Pero los nuevos estudios muestran que existe una posibilidad real de que esa conexión entre cambio climático y alimentación pueda reducir la productividad de varias de las regiones del mundo que, hasta el momento, no tenían problemas de este tipo, y derivar así a una escasez de alimentos.

Las olas de calor se volverán más intensas y dañinas si las emisiones de efecto invernadero no se reducen. Además, el calentamiento global del planeta puede ocasionar que las ‘corriente de chorro’ sean más densas y puedan extenderse en el tiempo, ser más persistentes.

Prevenir y mitigar

Los resultados de estos estudios que analizan el impacto del cambio climático en la alimentación permiten a los investigadores utilizar modelos climáticos que analizarían los riesgos de múltiples cosechas en diferentes escenarios de calentamiento; esto supone un camino para la prevención y la mitigación. Así se pueden crear un escenario más que posible sobre la carencia de alimentos y generar un margen mayor de tiempo para actuar.

Actualizado: 22/02/2021