Microrrelatos

Un buñuelo para Beni

Me despido de Marga y salgo del infecto y nebuloso sector de restauración. Cuando el ascensor arranca en diagonal hacia el H-47, engullo el primer buñuelo: el chute de aceite funciona y la idea cae sobre mí como un rayo. Entro en el despacho, ingiero otro buñuelo, me limpio los dedos y me inclino sobre el violeta titubeante de la emopantalla.

Mis manos vuelan solas, pronto estará terminado. Y más me vale, porque al otro lado, Beni está a punto de empezar a soñar. Y como no tenga dónde hacerlo, mañana mismo mis claves serán eliminadas…