Microrrelatos

TIEMPO

De los nueve segundos que le quedaban de vida, gastó los tres primeros en comprender que el cable del ascensor se había partido. Del cuarto al séptimo buscó crear un movimiento autónomo dentro del propio al que lo sometía aquel descenso vertiginoso, consistente en una serie de pequeños saltitos que le evitaran estar en contacto con el suelo en el momento del impacto. A falta de dos segundos para éste, entendió que el impulso contrario le aplastaría igualmente contra el techo de la cabina. Buscando desesperadamente alternativas,  su cerebro le encontró una interesante tres segundos después.