El refranero español es un tesoro cultural que ha perdurado a lo largo de los siglos, transmitiendo la sabiduría popular de generación en generación. Los refranes son expresiones breves que resumen la experiencia colectiva de una comunidad en forma de consejos, moralejas o advertencias. Estas frases reflejan la cultura y la forma de entender la vida de una sociedad y permiten entender su historia.
El origen de los refranes es difícil de rastrear. Se han transmitido de forma anónima durante siglos, pasando de boca en boca antes de ser registrados por escrito. Se cree que muchos de ellos tienen origen en la literatura popular de la Edad Media y, con el tiempo, pasaron incluso a las obras literarias clásicas como El Quijote de Miguel de Cervantes.
En la mundialmente famosa novela de Cervantes, el escudero de Don Quijote, Sancho Panza, un campesino que representa a las clases populares, recurre constantemente a los refranes en sus conversaciones. Esto refleja la importancia de los refranes en la vida cotidiana de la España del siglo XVII y cómo eran utilizados como guía moral y práctica para enfrentar los desafíos del día a día. Sancho Panza siempre tenía un refrán para explicar lo que ocurría, aunque no siempre usara el adecuado.
Los refranes españoles relacionados con el agua, la meteorología, el cultivo del campo y la observación del tiempo atmosférico son especialmente significativos. Reflejan la profunda conexión que ha existido históricamente entre el mundo rural y el medio ambiente, y también la importancia de comprender y predecir los patrones climáticos para la agricultura.
Por ejemplo, refranes como “Octubre lluvioso, año copioso”, “Marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso” o “En lloviendo por los Santos, siembra, aunque sea en un canto” reflejan la observación de los cambios de mes y la influencia del clima y el régimen de lluvias en la vida agrícola. Estas expresiones ofrecen consejos prácticos sobre cuándo sembrar o cosechar y transmiten el conocimiento de los ciclos naturales y el saber acumulado durante generaciones sobre la meteorología en la Península ibérica.
Sin embargo, como señalan las evidencias científicas, el cambio climático está alterando los patrones históricos, lo que podría llegar a suponer un reto para la validez de los refranes tradicionales.
Según los seguimientos a largo plazo de la Agencia Estatal de Meteorología, España ha experimentado en las últimas décadas un aumento de las temperaturas medias anuales, alteraciones en los regímenes de lluvia y cambios en la duración y carácter de las estaciones, con primaveras más cortas, veranos más largos e inviernos más suaves de lo habitual. Ante estos hechos, es posible que algunos refranes ya no sean tan aplicables como lo eran en el pasado y puedan parecer desacertados.
Darse cuenta de que el conocimiento tradicional acumulado durante siglos puede no ser siempre de ayuda en el siglo XXI es una buena lección sobre cómo el cambio climático está alterando el mundo que conocíamos.
Los refranes nunca carecerán de valor cultural y simbólico, pero es posible que estén perdiendo, en algunos casos, su capacidad de explicar el mundo natural tal y como lo habían hecho hasta ahora.
Por ello, desde Fundación Aquae iniciamos nuestra serie de #RefranesdelAgua, para poner en valor este legado tradicional y contrastarlo con la realidad de un planeta que está cambiando y, quizá, esté dejando algunos refranes desfasados.
Mes a mes compartiremos un refrán tradicional ligado a ese momento del año, brindando a los lectores la oportunidad de poder interpretar si el antiguo dicho se corresponde con las nuevas circunstancias.
Arrancamos en octubre, comienzo oficial del año hidrológico, con el siguiente refrán:
Este dicho relaciona las lluvias de octubre con una buena cosecha, ya que es el momento de sembrar muchos cultivos que precisan temperatura fresca y agua para prosperar en sus fases iniciales de crecimiento.
Sin embargo, según datos de AEMET, el 2023 fue un 136% más lluvioso de la media y estuvo 2.6º por encima del calor habitual. Son condiciones de humedad y calor impropios de esta época, que podrían alterar los ciclos agrícolas conocidos.
Este refrán se refiere a la festividad de Todos los Santos, es decir el 1 de noviembre. Según la sabiduría popular, por estas fechas, bien entrado el otoño, habría llovido en las semanas anteriores y los campos o zonas bajas estarían verdes. Al mismo tiempo, esas precipitaciones se habrían convertido en nieve en las cumbres altas.
Sin embargo, no siempre es así. Según AEMET, noviembre de 2023 fue el segundo más cálido de la serie histórica y con lluvias muy desigualmente repartidas. De este modo que hubo campos que no estaban verdes por falta de agua. Y, al mismo tiempo, las lluvias caídas en las cumbres, si es que cayeron, no necesariamente fueron de nieve o de hielo, debido a las altas temperaturas.