Como en tantas otras ocasiones durante esas inmersiones de trabajo en los años 2002 y 2003, constato que la salud de este árbol animal emblemático, que tanta historia ha ayudado a forjar no sólo en el Mediterráneo sino en zonas tal alejadas como Senegal, India o Nepal (por mencionar solo tres) en forma de amuleto, joya o afrodisíaco, es crítica. El oro rojo agoniza.
Regreso con las medidas tomadas en esas manchas donde crecían a duras penas los arbolitos bermellones. Y en esa parada, veo en la entrada de una oquedad unas diez o doce colonias de gran tamaño a escasa profundidad. Fuera de los circuitos habituales de los pescadores de coral, han quedado a salvo del expolio.
La codicia humana
Estoy fascinado. Me doy cuenta de que incluso a muy poca profundidad, el coral rojo llegó a tener una medida considerable, formando espléndidas colonias ramificadas y plagadas de pequeños pólipos de color blanco que les dan de comer y les permiten respirar, dándoles el aspecto de un extraño árbol animal. Sin embargo, una pésima gestión del recurso, la inmensa codicia humana y un mercado más lleno de oscuros que de claros han condenado a esta especie a su mínima expresión. Han tenido que pasar más de quince años para que nos hagan caso, para que el gobierno regional de la Generalitat de Catalunya promueva una orden expresa en la que se prohíbe su extracción al menos durante un tiempo prudencial (nosotros propusimos nada menos que 20 años….)
Foto: coral rojo a 50 metros de profundidad
Autor: Sergio Rossi
Ha sido muy penoso el recorrido de este animal que tuvo la desgracia de ser bello, duro y fácil de tallar. Las obras maestras han llegado a volver medio loco a algún que otro artista coralero. El coral rojo empezó a ser tratado de forma industrial en el siglo XIX en el sur de Italia (en Torre del Greco, en Campania, para ser más exactos). Pero ya entonces llevaba una historia de explotación que hizo muy ricas a las gentes en lugares como Begur, Génova o Marsella.
Breve historia del Oro rojo
Hace ya más de 4000 años los hombres y mujeres lo recolectaban en las playas o a muy poca profundidad a mano. No llevaban ningún pertrecho particular, como ahora y formaban estatuillas o pequeños adornos. Ese coral ha desaparecido, esas ramas que podían tener más de 50 cm de altura y un grosor en la base de más de dos centímetros han sido sustituidas en infinidad de lugares por ramas de unos tres centímetros de altura y un grosor de apenas cuatro o cinco milímetros de media.
No es de extrañar, porque la capacidad de recuperación de esta especie es lenta, puede crecer apenas un milímetro de grosor en la base cada cuatro años. El ritmo de recolecta ha sido sin duda demasiado elevado. La especie ha tenido “suerte” de poder regenerarse rápido desde la base truncada y poder reproducirse con apenas unos pocos centímetros de altura, lo que parece haberle dado un respiro. Ahora sin embargo está dando síntomas de extinción local en demasiadas partes.
Foto: coral rojo con los pólipos abiertos
Autor: Sergio Rossi
Un Mare Nostrum Rojo
Estoy seguro de que antes, hace trescientos o cuatrocientos años, este árbol animal teñía con oro rojo las paredes de los fondos. Incluso a muy poca profundidad, en muchas zonas costeras del Mare Nostrum. Su escasez ahora es tal que en lugares donde era muy frecuente simplemente no ha vuelto a reaparecer tras el expolio. Es por tanto hora de dar tregua a la especie. Podrán clonar este primer paso en firme hacia una política más racional de su explotación en Catalunya en otras comunidades autónomas. Esto, a su vez, lo verán con gran interés en otros lugares del Mediterráneo en los que lo han extraido sin miramientos.
Quién sabe, a lo mejor estamos ante un vuelco en su historia, siempre escrita bajo la ceguera por parte de aquellos que lo han comercializado. A lo mejor mis nietos, sí, mis nietos, pueden ver esas ramas que yo nunca podré volver a ver.
Sergio Rossi es autor del libro “El coral del diablo” . Publicado por Amazon.