Microrrelatos

El sentimiento de culpa

Cogí el teléfono a la desesperada, cuando amagaba un último timbrazo.

      Buenos días, ¿podría hablar con la señora Ramos?

–     Sí, soy yo, buenos días.

–    Le contacto desde el servicio técnico. Es en relación con el ordenador que usted nos dejó para reparar.

–     ¿Y qué ha sido?

–    Pues no ha sido un fallo del disco duro, ni de la memoria, ni del procesador.

–    ¿Entonces?

–    Al culpable se le escucha detrás de usted.

Y el gato se escondió avergonzado tras el sofá maullando un mea culpa.