Un micorrelato podría considerarse la versión moderna de un cuento breve de antaño. Escribir suele ser un reto creativo para quien decide aventurarse a ello. Por ello, la ganadora del Concurso de Microrrelatos Científicos 2019 de Fundación Aquae, María Zapata nos da las claves para escribir un pequeño relato donde la ciencia y la literatura son las protagonistas.
Cuando pienso en un microrrelato la imagen que me viene a la cabeza es la de un chispazo, que durante un instante ilumina la oscuridad y que deja una huella en nuestra retina incluso después de haberse extinguido.
Se trata de un género mínimo en la misma tradición que muchos otros a lo largo y ancho de la historia de la literatura, como el epigrama de raigambre clásica, nuestra vanguardista greguería, el haiku japonés, lleno de belleza y profundidad, y el satírico limerick anglosajón, pero también está emparentado con formas populares como el refrán, el chiste y la adivinanza. Incluso el soneto, con su métrica precisa, impone una limitación formal similar a la que se enfrentan los microcuentistas, y exige de igual modo una condensación máxima y una exhibición de ingenio.
El microrrelato se alza en nuestro tiempo como el absoluto rey de las formas minúsculas. Los motivos de su éxito son diversos. Se me ocurren algunos, pero existen muchos más: la inmediatez y la rapidez con la que vivimos, consumimos y nos comunicamos, el auge de Twitter y sus doscientos ochenta caracteres, la posmodernidad y la exploración de nuevas formas literarias.
Los lectores de microrrelatos experimentamos un enorme placer al resolver el enigma que ocultan y los escritores encontramos en ellos un espacio en miniatura donde demostrar capacidad e inventiva.
Vivimos, además, en el momento de la historia en el que se lee y se escribe más que nunca y puede parecer que el microrrelato, por su brevedad, es un género sencillo. Sin embargo, si observamos muy de cerca, casi al microscopio, las mejores microficciones y las diseccionamos con escalpelo, lo que encontramos es una maquinaria que funciona con la precisión de un reloj.
¿Cómo escribir un microrrelato?
Existen incontables formas de escribir un buen microrrelato. Todo depende de la sensibilidad y agudeza del escritor. Hay microrrelatos que nos hacen reír, algunos nos conmueven y nos dejan reflexionando durante días, mientras que otros son sorprendentes como un susto. Cada escritor de microrrelatos tiene su propia fórmula secreta. De hecho, hay infinitas páginas y vídeos en la red donde se dan recetas para convertirse en un gran microcuentista. No quiero repetir lo que muchos han dicho ya. Lo que sí me gustaría hacer es compartir las ideas que me rondan la cabeza cuando yo misma me enfrento a la tarea de escribir un microrrelato. Aquí van:
El microrrelato tiene la intensidad y la capacidad evocadora de un poema. Es mucho más importante lo que despierta en la imaginación del lector que lo que efectivamente dice. Por eso, es imprescindible que las palabras estén elegidas con precisión. En ese sentido, tiene que estar pulido como un diamante. Por eso es conveniente, una vez terminado, dejarlo reposar y volver a él algún tiempo después. Es entonces cuando nos damos cuenta de qué palabras no son necesarias de verdad y cuáles no cuadran. Quédate solo con las más potentes y evocadoras, sin olvidar que es en las más sencillas y cotidianas donde en muchas ocasiones radica la fuerza que necesita tu texto.
En cierta forma un microrrelato también es un acertijo que el lector tiene el derecho y la obligación de resolver. El título mismo puede servirte para generar expectativas, que después puedes dejar que se cumplan. O no. Como quieras. Pero deja que sea el lector quien lo descubra. Como en las buenas historias de misterio, no des la clave hasta la última palabra. Se trata en realidad de establecer un juego de complicidad entre quien escribe y quien lee. No pierdas nunca de vista ese sentido lúdico.
Un instante, una historia
El microrrelato es un género posmoderno, difícil de constreñir con normas. Puede presentar formas diversas, muchas veces no literarias, como unas instrucciones o una conversación de WhatsApp. También puede tomar prestados personajes, situaciones o lugares comunes de la cultura popular. Desmonta las historias que conoces y utiliza las piezas para crear obras con un nuevo significado.
Al microrrelato como al haiku le interesa el instante, el momento congelado en el tiempo. Elige, dentro de la historia que quieres contar, el fotograma más significativo, muéstralo de forma concisa y deja que el lector deduzca el resto de los acontecimientos. Un microcuentista tiene que tener mirada pictórica. El Guernica de Picasso representa para mí como ninguna otra imagen esa idea: el momento álgido, el grito desgarrado, pero detenido en la garganta justo antes de emitirse. Merece la pena detenerse a contemplar ese cuadro antes de ponerse a escribir.
Elaborar un microrrelato es uno de los retos más interesantes. divertidos y satisfactorios al que se puede enfrentar un escritor. Afina la mirada y la pluma y disfruta del proceso. Estamos deseando leer el resultado.