El arte como respuesta ante la hipervisibilidad de la sociedad

Internet en general y las redes sociales en concreto han supuesto grandes y profundos cambios en la sociedad. Ahora cualquier persona con un teléfono inteligente tiene la posibilidad de decidir cómo quiere presentarse a sí misma ante el mundo y llegar con una imagen a cualquier lugar del planeta. Sin embargo, la hiperconexión y la hipervisibilidad de la sociedad digital esconden, como muestra Miguel A. Hernández en su charla para Aquae Campus, algunos entresijos que una nueva forma de arte invisible trata de abordar desde una perspectiva crítica.

El concepto de visibilidad que nos dan las redes sociales se ha vuelto problemático ya que la hipervisibilidad ha dado lugar a nuevas formas de opacidad. Paradójicamente, al amplificar la visibilidad a la que estamos expuestos, las redes sociales crean nuevas formas de invisibilidad. En parte se trata de la acción de algoritmos complejos que deciden qué deben ver los internautas y qué no. Entender la hipervisbibilidad como una forma de la alteración de la capacidad humana para el recuerdo nos proporcionará una perspectiva precisa de cómo ocurren estos procesos.

Es precisamente eso lo que el arte invisible trata de recuperar. Por una parte, vivimos en un entorno marcado por la transparencia. Lo que se ve existe y ha existido y lo que no se ve ni existe ni ha existido. Todo está sujeto a la exposición absoluta, o a la falta de ella. Pero por otra, el ser humano vive limitado por el impacto de la tecnología en su vida. La pantecnologización de la vida social modula precisamente la exposición de la sociedad a los eventos que ha de recordar.

El arte se resiste a la hipervisibilidad de la era digital

Las máquinas ya recuerdan por nosotros. Y ante esto, el arte se rebela.

En un mundo hiperconectado, la comunidad artística utiliza diferentes medios para explorar la forma en la que la tecnología está transformando la sociedad. Cada vez son más las obras que surgen como respuesta a las nuevas condiciones de vigilancia e hipervisibilidad que nacen de la penetración de Internet en nuestras vidas. En su exploración de este contexto, muchos artistas optan por una creatividad de masas que exponen en las redes sociales, actuando éstas como mero distribuidor. El comisario es reemplazado así por la máquina, gracias a su función de memoria individual.

Por el contrario, otros artistas exploran esta hipervisibilidad de la red desde la perspectiva del olvido. Las expansión de la tecnología nos ha liberado de la tarea de almacenar recuerdos. Pero también nos exime de la tarea de recordar propiamente dicha. Las redes sociales recuerdan por nosotros y deciden cuáles fueron nuestros mejores momentos en el pasado. En este contexto nace una nueva forma de arte que explora y critica las nuevas formas de relación social en la era digital.

El arte invisible

Una de las promotoras de esta forma de arte invisible o arte del recuerdo es la artista Tatiana Abellán. Su obra consiste en borrar fotografías antiguas, que compra en anticuarios, creando superficies de invisibilidad. La hipervisibilidad de la sociedad actual contrasta profundamente con las fotos borradas de personas que ya no tienen quien las recuerde.

Tatiana Abellán pone sobre la mesa la lógica de invisibilidad y visibilidad. El disolvente que utiliza para borrar las imágenes queda en un frasco. Se trata de un mero recordatorio de que la era digital ha empoderado a la tecnología para que sea ella quien decida cuándo, quién y qué recordar.

El artista Gil Gijón también explora la temática de la hipervisibilidad a través de su trabajo en el campo del arte invisible. Lo hace através de la idea de imagen o huellas corporales. Sus polvografías son fotografías realizadas en polvo que imitan o recrean imágenes antiguas donde el artista utiliza el polvo de los lugares en los que esas personas habitaron.