La dieta mediterránea: una de las más sostenibles
Sabemos que todas nuestras acciones tienen efectos en el medio ambiente, incluso nuestra alimentación. En España, la huella de carbono de la industria alimentaria no ha parado de crecer desde 2014 y ya acapara más del 50% de los impactos asociados en este indicador. Así lo afirma el estudio ‘Sostenibilidad del Consumo en España’ elaborado por Centro Común de Investigación de la Comisión Europea (JRC).
Muestra de esto son algunas de las cifras que arroja este estudio que sitúa el consumo de alimentos como el responsable directo de entre el 21% y el 37% de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), porcentaje en el que se incluye las etapas previas y posteriores a su producción.
‘Sostenibilidad del Consumo en España’ mide, a través de 16 indicadores – entre los que se encuentran la acidificación del medio, la eutrofización de ecosistemas, el uso de recursos o la pérdida de la capa de ozono -, el impacto ambiental del consumo en el país.
Características de la dieta mediterránea
La producción de los productos y los servicios que consumimos han sobrepasado los límites establecidos para lograr una sociedad más próspera y sostenible. Todo esto repercute no solo en la salud de las personas, sino también en la de los ecosistemas. Y es que con las dietas actuales y las prácticas de producción, la alimentación de 7.000 millones de personas está provocando la degradación de ecosistemas terrestres y acuáticos, agotando los recursos hídricos disponibles y agravando los efectos del cambio climático.
Si algo caracteriza a la dieta mediterránea es que está formada por una gran variedad de vegetales frescos que van desde frutas y verduras hasta legumbres y frutos secos. Sus beneficios para la salud llevaron a la UNESCO a incluirla en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Ahora, además, el estudio realizado por la Comisión Europea la considera como una de las opciones más sostenibles a la par que saludables y nutritivas.
Según aseguran desde el JRP, si adaptáramos nuestra alimentación a este tipo de dieta caracterizada en el consumo de productos de proximidad, es decir, aquellos que son cultivados cerca del lugar donde son vendidos y basada en una gran variedad de frutas y verduras lograríamos reducir el impacto medioambiental y mejorar la huella ecológica hasta en un 40% respecto a los niveles actuales. A esto hay que añadirle, los múltiples beneficios que tiene para la salud seguir una dieta sana y equilibrada.
¿Pero la dieta mediterránea no es ya la propia de España? Lo cierto es que los datos avalan que no. Esto es algo que ya venían advirtiendo desde organismos como la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad). Y es que apenas el 30% de la población española sigue este tipo de alimentación rica en frutas y verduras.
La sostenibilidad es uno de los grandes desafíos que tenemos como sociedad para mitigar los efectos del cambio climático. Para lograrlo es necesario aunar los esfuerzos de todos y revisar los hábitos cotidianos para transformarlos en otros más respetuosos con la naturaleza. Nuestra alimentación es una de las partes más importante de nuestra rutina que también debemos revisar.