Imágenes y vídeos nos bombardean en redes sociales, chats, webs y blogs. Muchos cambios, muchos problemas, muchos conflictos ambientales a la vez se exponen al público. Mucha información disponible, dispersa, que se resiste a ser trazada y verificada, información que no sabes si creer o no, no acabas de ver si tiene atisbos de realidad o es un simple bulo. Mucha tontería y, sobre todo, demasiado fraude
¿Qué me creo? ¿Qué no me creo? ¿Cómo pueden atrapar mi atención sobre un conflicto concreto, una controversia latente o una injusticia ambiental que se esté dando en la otra punta del mundo y de la que, en verdad, no sé nada? Pienso que sé, pero cuando empiezo a escarbar, en el momento en que consigo profundizar e incluso llego a hablar con los actores que presencian el problema, veo que las cosas son muy diferentes a lo que había pensado. Y nadie me lo ha explicado como es debido.
¿Cómo informarse correctamente?
Las escalas de información son muy constante. En un mundo cada vez más acelerado, parece que un vídeo de dos minutos es lo máximo que puedo aguantar en Facebook. Pero entonces, ¿cómo puedo profundizar en un problema concreto relacionado con la contaminación de los mares por plásticos, o el cambio climático y el aumento del nivel del mar, o la sobrepesca en caladeros del Pacífico Sur?
El científico ha de tomar un papel relevante
Muy bien, ya lo tenemos a nuestra disposición. Hay muchos que quieren comunicarse, que necesitan expresar su angustia por los cambios que se dan, por este camino hacia una especie de transformación que hará de este planeta un mundo más gris y poco diverso, pero el problema es simple: no los entiendo, no logran atrapar mi atención con esa verborrea compleja, rebuscada, poco transparente. Necesito que se baje del pedestal técnico y me expliquen con palabras amenas, cotidianas e incluso divertidas cosas complicadas, farragosas y a veces muy abstractas.
Captar la atención de los niños
Pero a un niño hay que darle algo más que un discurso, hay que darle imagen, interacción y, sobre todo, fantasía. Podemos crear un equipo de niños que salven el mundo, con amuletos mágicos, que recorran el mundo resolviendo y denunciando problemas como el del Ártico y la desaparición de la cubierta de hielo marino en verano, o la pesca incontrolada de atunes, o la minería ilegal a cielo abierto. Eso sí, ha de haber aventura, fantasía, personajes estrambóticos y enamoramientos. Y, en medio de la historia, pastillas amenas de ciencia, de curiosidades, de historias del mar, de ardides para que el niño… es un comienzo prometedor.
Pero al adulto, ¿cómo logro atraparlo?
¿Cómo consigo que un abogado, un electricista o una arquitecta lea y comprenda los problemas que le rodean o pueden afectarle en un futuro próximo? Una novela. Un manuscrito de ficción, pero con una sólida base científica. Aquí se necesitan historias, nada de rollos infumables.
El fondo, de denuncia y de reflexión, pero la trama debe tener acción, personajes reales con los que el lector se sienta identificado, algunos muertos, sexo…el que lee debe empatizar y, sin quererlo, asimilar un problema que le afecta. Se ha de crear la trama y dar credibilidad a la parte más técnica. Lo puede hacer directamente el científico o combinarse con otra persona que tenga más facilidad para comunicar el verbo.
Lo importante es que el lector pueda pasar a la siguiente fase: la determinación de saber más sobre el tema, lo que le lleva a buscar el ensayo crítico, el “tocho” en el que se explican esos problemas a fondo, se dan datos, se muestran escenarios y opiniones de diversas personas implicadas en el problema ambiental.
Todo ayuda a crear conciencia
Aunque lo más importante es que detrás de esas historias, de la divulgación, haya una sólida base que pueda ser trazada y contrastada. El científico tiene que ver con esa parte, y ha de estar disponible para una sociedad que urge respuestas y que necesita puntos de referencia claros, concisos y amenos.
La gente no puede esperar más, y este tipo de literatura será, en mi opinión, uno de los puntos clave en un futuro próximo, ayudándonos a comprender, concienciar y transformar una sociedad que pide a gritos un cambio de actitud respecto a la gestión del planeta Tierra .