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Coltán: ¿cuál es el precio de nuestra conectividad?

2 de Noviembre de 2015
EL coltán del Congo
El coltán, aunque a veces no seamos conscientes, forma parte de la vida diaria de todos y todas. Y es en medio de la selva de la República Democrática del Congo donde arranca el engranaje digital del que se nutre la cada vez más interconectada sociedad «desarrollada».  

Concretamente, en un área del planeta ubicada en la zona cero del mundo tecnológico, completamente aislada y sin acceso a Internet. Lo cuenta la periodista Gemma Parellada (en un documental y varios artículos referenciados al final) que lleva desde 2006 trabajando en el continente africano investigando sobre la extracción del coltán y las consecuencias que giran sobre todo alrededor de la guerra en el Congo.

EL coltán del Congo

El origen del boom del coltán

El subsuelo de la R.D. del Congo no sólo alberga las reservas más importantes de coltán del planeta. También atesora grandes cantidades de otros minerales imprescindibles para la tecnología del siglo xxi: estaño, cobre, oro, cobalto… La guerra del Congo es una de las más sangrientas tras la Segunda Guerra Mundial, con más de cinco millones de muertes y dos millones y medio de desplazados. El expolio de los minerales es uno de los motores que esgrimen los señores de la guerra para seguir esquilmando a los habitantes de un territorio regido por el caos. Y es que, a finales de los noventa, el boom de la tecnología coincidió con el estallido de la guerra del Congo y el descubrimiento del coltán.

No deberíamos olvidar esa realidad mientras tecleamos con fruición nuestros tweets, whatsapps y emails desde nuestros dispositivos inteligentísimos e hiperconectados. Porque en todos ellos se halla el tantalio, uno de los principales elementos químicos del coltán. Sus propiedades lo hacen insustituible para toda una serie de aparatos electrónicos sin los que, nos parece, ya no podríamos vivir: teléfonos móviles, GPS, satélites artificiales, armas teledirigidas, televisores de plasma, videoconsolas, ordenadores… Si de repente, la R.D. del Congo dejara de exportar ese preciado mineral, toda esa industria digital frenaría en seco. ¿Se imaginan? ¡El fin del mundo!

La situación en el Congo

Afrontar la gestión de estas minas no es tarea fácil: en este país africano los yacimientos de coltán no son ni grandes ni accesibles. Son miles de agujeros en centenares de explotaciones dispersas en un inmenso territorio hostil. Los kilos de mineral que acarrean los congoleños recorren miles de kilómetros por intrincados senderos que cruzan la jungla y la montaña antes de llegar al punto donde serán convertidos en componentes indispensables de nuestros aparatos electrónicos. De la R.D. del Congo viajan a los países vecinos, como Uganda y Ruanda, de allí al sudeste asiático, donde se procesa, y luego ya al resto del planeta. 

Las propuesta para solucionar la situación

Para intentar poner algo de orden en medio de este sangriento desbarajuste debido al coltán, que también condiciona la guerra del Congo, en 2010 Estados Unidos aprobó una ley (la Dodd-Frank act). Sirve para que empresas certifiquen la procedencia libre de conflictos de los minerales que utilizan en sus componentes. Una de las consecuencias fue la paralización de la actividad minera en muchos lugares del Congo. Con ello se se intentaba que se pudiera demostrar si realmente esos minerales salían o no de zonas militarizadas.

Hoy, cinco años después, solo 141 minas de las más de 5.000 minas del este del Congo han obtenido el beneplácito de los Estados Unidos. Los equipos de certificación deben recorrer una gran cantidad de kilómetros antes de llegar a una mina. Y el problema es que esta puede cambiar de manos en cuestión de horas. El problema es que hasta el 60% de la población vive de la minería: miles de familias se han quedado sin trabajo. 

Europa trabaja también por implementar un certificado similar que evite el rastro de sangre de los conflictos financiados por y para la obtención del coltán. Tristemente, a día de hoy la responsabilidad social corporativa aún es una cuestión voluntaria, de ética personal, y de eso vamos, francamente, muy escasos. Aunque siempre hay quien despunta.

Smartphone de comercio justo

Por el momento, el primer Smartphone de comercio justo (materiales certificados y trabajo digno) ya está en el mercado y hay lista de espera. Se trata del Fairphone, una iniciativa holandesa que, esperemos, estimule a muchas otras. Deseamos que triunfen, que den mucho que hablar y, sobre todo, que nos ayuden a reflexionar sobre qué tipo de mundo queremos realmente.

Más información sobre el conflicto del coltán

Gemma Parellada es autora del interesantísimo reportaje que el programa Món 324 del Canal 3/24 emitió el pasado martes 13 de octubre y que podéis ver aquí en catalán. En alianza con la organización Justicia i Pau y becada por la red europea de periodistas y profesionales de la comunicación para el desarrollo DevReporter, Parellada narra en apenas 10 minutos los intríngulis del largo camino que recorre el coltán desde que es arrancado de las entrañas de la tierra hasta que llega a su destino final.

En este artículo para El Mundo cuenta también la historia. Más información sobre la reportera, aquí.

ACERCA DEL AUTOR

Eva van den Berg
Redactora y editora de secciones para la edición española del National Geographic. Guionista y documentalista.