El agua es un bien escaso que hay que utilizar de la manera más eficiente y eficaz posible. Por ello, la agricultura es una de esas áreas productivas en las que se han desarrollado más profusamente diversas técnicas de optimización de agua. Por un lado, para usar tan solo el agua necesaria y, por otro, para que la producción agrícola sea lo más rentable posible.
Esto es así porque invertir recursos humanos para realizar una tarea de riego cuando es posible automatizarlo no es rentable. Pero, por supuesto, no todo es rentabilidad: también hay que tener en cuenta los aspectos sociales y ecológicos cuando se trata de evaluar los tipos de sistema de riego.
Se trata de crear un sistema que sea inclusivo y que respete tanto a la sociedad y a los colectivos como al ecosistema natural en el que se implanta. Son estos los valores y principios que propugna la filosofía de la permacultura, sistema que se ha utilizado también para otras áreas como el diseño ambiental, construcción o ingeniería ecológica, entre otros.
A continuación, te explicaremos cuáles son los tipos de sistema riego más usados en la agricultura, las características que tienen y cuáles se deben escoger para cada caso o situación.
Son muchas las soluciones que existen para distribuir el agua a los cultivos, plantas o árboles y, dentro de estas opciones, suele haber bastantes variantes que se pueden configurar para conseguir el riego deseado. Te explicamos las más importantes:
Seguramente sepas cómo es un aspersor: la idea es lanzar el agua desde un punto hasta otro, logrando así humedecer una zona. Se suele estudiar el área que se necesita regar y, mediante la combinación de varios aspersores, se consigue regar evitando zonas muertas. La fuerza con la que este tipo de riego expulsa el agua se mide en presión por centímetro cuadrado:
También se le denomina riego gota a gota. Esta clase de riego es utilizada en zonas en las que el agua escasea y optimiza ese recurso de una manera considerable. La idea de funcionamiento es distribuir el agua a través de goteros, que humedecerán la zona de las raíces de cada una de las plantas.
Tras la invención de los aspersores, allá en el año 1930, el desarrollo del riego por goteo es considerado como el siguiente avance más importante en la agricultura.
Es común encontrar dos formas de instalación de este sistema de distribución de agua. Por un lado, está la tubería para riego por goteo para distribuirla a la largo de toda la zona que hay que regar. A esta tubería luego se le pincha un gotero, que será el encargado de suministrar el agua de forma muy controlada.
Por otro lado, se pueden adquirir tuberías que ya tienen incorporado el goteo en la propia tubería. Esto significa que será mucho más fiable que otros tipos de riego, puesto que no hay que manipular la manguera para instalarle el gotero. Además, los goteros que vienen instalados están perfectamente integrados, evitan obstrucciones mediante el drenaje de las impurezas y ofrecen varios caudales. Los caudales se miden por litros distribuidos en una hora y hay varios rangos disponibles (las cifras del siguiente listado están expresadas en litros por hora):
Para esta forma de riego se utiliza una manguera porosa de la que sale continuamente una pequeña cantidad de agua, que se reparte uniformemente y que es capaz también de esponjar la tierra. El agua sale por toda la longitud de la manguera y esta se suele enterrar más o menos a unos 10 centímetros del suelo. De este modo queda oculta y además libera el agua más cerca de las raíces de las plantas, que es donde más hace falta. Esto significa que habrá que usar menos agua, puesto que ya se humedece la zona necesaria.
En realidad, este no es un tipo de sistema de riego en sí, es más bien un sistema de gestión centralizada de toda el área hídrica elegida. Se trata de establecer un sistema que monitorice en tiempo real el estado de cada manguera y controle todo tipo de incidencias que puedan llegar a suceder. Son muy útiles en zonas de riego colectivas.
Al final se traduce en mayor control y un plus de eficiencia que hay que añadir a la implantación de los propios tipos de riego elegidos.