Sobrepesca, un expolio que no cesa

La riqueza de los océanos no es infinita, por lo que anteponer los intereses comerciales a la sostenibilidad puede tener consecuencias catastróficas.

La sobreexplotación pesquera es sin duda uno de los problemas más acuciantes que padecen los océanos. No solo amenaza la supervivencia de muchas especies animales, sino también la de los ecosistemas donde viven, una coyuntura que podría derivar en una catástrofe de consecuencias inimaginables. La sobrepesca, entendida como la situación en que se capturan tantos ejemplares de una especie marina que resulta imposible la repoblación, no es un fenómeno nuevo, si bien con el desarrollo de la pesca industrial, en la segunda mitad del siglo XX, se convirtió en un cuestión global de gran magnitud.

El problema comenzó cuando, debido al aumento de la población en los países desarrollados, se duplicó la demanda de pescado por ser una fuente barata de proteínas. Los tradicionales barcos de pesca fueron sustituidos por grandes flotas comerciales que, al tener pocas restricciones y para maximizar las ganancias, no dudaron en usar técnicas de captura extremadamente agresivas e invertir en tecnología de última generación para llenar sus bodegas. En este contexto, las naves se convirtieron en gigantescas factorías flotantes capaces de localizar y atrapar toneladas de pescado para luego procesarlo y congelarlo. En el momento en que la industria pesquera tocó techo y comenzaron a notarse los efectos de la pesca abusiva, lo que sucedió hace unas décadas, se buscó una mayor regulación en el sector, aunque esto no ha sido suficiente para dar un giro drástico a la situación.

En nuestros días, la sobrepesca sigue poniendo en jaque el futuro de los mares y su papel como fuente renovable de alimento. Las flotas comerciales faenan al ritmo de siempre y, dado que muchas especies que capturaban, especialmente las depredadoras, están al borde del colapso, ahora se persiguen ejemplares más pequeños o especies de la zona baja de la cadena trófica. Son más de 93 millones de toneladas de capturas al año. Según la Organización para la Agricultura y la Alimentación (FAO), tres de cada cuatro especies con valor comercial ya están afectadas por la sobrepesca y, lo que es peor, aún no se sabe cuánto tardarán en recuperarse. En este sentido, un estudio publicado hace algunos años por la revista Science daba respuesta a esta incógnita: si no se revierte la situación, en 2050 habrán desaparecido la mayor parte de especies que hoy se consumen

Un patrimonio mundial explotado por muy pocos

La sobrepesca es mucho más que un problema medioambiental: pone en peligro muchos puestos de trabajo y la subsistencia de millones de personas en el Tercer Mundo.

Pescadores descargando un ejemplar de pez espada en el puerto de Abidjan, en Costa de Marfil. © FAO/Sia Kambou.

Pescadores descargando un ejemplar de pez espada en el puerto de Abidjan, en Costa de Marfil. © FAO/Sia Kambou.

La sobreexplotación de los mares por parte de la industria pesquera ha tenido consecuencias negativas no solo en el medio ambiente, sino también a nivel humano, especialmente en las comunidades tradicionales de pescadores, cuyos medios y recursos no pueden competir con las grandes flotas. Se trata de un hecho alarmante, puesto que, según la FAO, la pesca a pequeña escala emplea a 9 de cada 10 personas dentro del sector. En algunas regiones del Tercer Mundo, por otra parte, también se ha visto perjudicada la población que tenía el pescado como principal fuente de alimento. En este sentido, según un estudio del Grupo Pew Environment, cerca de 20 millones de personas pasan hambre por culpa de la sobrepesca.

Especies comerciales al borde del colapso

Aunque está contabilizado que se capturan más de 1.600 especies marinas, el 40% de los ejemplares pertenecen a 23 tipos concretos, muchos de los cuales están en peligro.

ATUNES. Son peces migratorios de enorme importancia para el ecosistema marino, ya que se encuentran en la parte alta de la pirámide trófica. Cinco de las ocho especies de atún existentes están en peligro de extinción. Ugo Montaldo © Shutterstock.

ATUNES. Son peces migratorios de enorme importancia para el ecosistema marino, ya que se encuentran en la parte alta de la pirámide trófica. Cinco de las ocho especies de atún existentes están en peligro de extinción. Ugo Montaldo © Shutterstock.

Se sigue pescando mucho más de lo necesario

Pesca del atún de aleta azul en las costas de Turquía. Zaferkizilkaya © Shutterstock.

Pesca del atún de aleta azul en las costas de Turquía. Zaferkizilkaya © Shutterstock.

Resulta evidente que, pese a los estudios realizados y las advertencias lanzadas por organismos como la FAO, la mayor parte de la población no es realmente consciente de la gravedad del problema. Así lo demuestra un informe presentado recientemente por el Centro Johns Hopkins, donde se explica que los comercios y los consumidores estadounidenses descartan cada año 600.000 toneladas de pescado, es decir, casi la mitad de las existencias que se distribuyen. Si a esto sumamos que, según datos de la FAO; el 25% de lo pescado se tira por la borda al no ser especies comerciales –unas 27 millones de toneladas anuales–, se llega fácilmente a la conclusión de que la industria pesquera sigue produciendo mucho más de lo necesario y con métodos poco selectivos.

¿Quien vigila la pesca en aguas internacionales?

Pesca de jurel en el Océano Pacífico por parte de un buque chileno. © C. Ortiz Rojas/NOAA.

Pesca de jurel en el Océano Pacífico por parte de un buque chileno. © C. Ortiz Rojas/NOAA.

La solución al problema de la sobreexplotación de los mares, que pasa ineludiblemente por una gestión más racional de las capturas, es muy difícil debido a que la mayor parte de la actividad pesquera se produce más allá de las aguas territoriales de los países. A partir de las 200 millas náuticas, en aguas internacionales, el acceso a los recursos no está reglamentado, por lo que cualquiera puede explotarlos a su antojo. En 1994, Naciones Unidas consiguió el compromiso de sus miembros en favor de la conservación y buena gestión de las reservas pesqueras. Sin embargo, el compromiso firmado no evita que, día tras día, cientos de gigantescos buques, muchos de ellas navegando sin bandera o con bandera de conveniencia, salgan a faenar por agua internacionales sin que nadie controle sus métodos y su actividad pesquera.

Actualizado: 21/09/2022