1.385 metros cúbicos. Esta es la Huella Hídrica anual media que genera cada persona. Es decir, la cantidad de agua dulce que ha hecho falta, siguiendo un consumo diario convencional, para lavarse, vestirse, alimentarse, desplazarse… Es importante conocer para qué sirve la Huella Hídrica. Además, conocer los factores que determinan la Huella Hídrica nos permitirá calcular nuestro gasto de agua a nivel global.
El concepto de Huella Hídrica
En 1993, el investigador John Anthony Allan, del King’s College de Londres, acuñó el concepto «Agua Virtual», para definir el volumen de agua necesaria para elaborar un producto o para facilitar un servicio. Pero el concepto de “Huella Hídrica” nació en 2002 de la mano de los investigadores de la Universidad de Twente (Países Bajos) Arjen Hoekstra y Mesfin Mekonnen.
Desde entonces, han surgido diferentes iniciativas, como la de la Water Footprint Network (WFN) o la de la ISO 14046. Estos proyectos buscan comunicar la relevancia de conocer la huella hídrica con el fin de lograr información sobre el consumo real de agua, así como del uso que hacemos de ella. La huella hídrica es un indicador medioambiental que sirve para medir el impacto humano en los recursos hídricos del planeta.
La Huella Hídrica de un producto o servicio se define como el volumen de agua consumido tanto de forma directa como de forma indirecta para su producción. Es decir, los factores que determinan la Huella Hídrica no son necesariamente evidentes.
La Huella Hídrica sirve para conocer qué cantidad de agua se ha utilizado para la producción y distribución de un producto o servicio. Se tiene en cuenta tanto las fuentes acuáticas subterráneas como superficiales así como toda el agua que se ha empleado. Cuando escribimos, por ejemplo, en una hoja de papel, no sabemos que para tenerla delante se han necesito aproximadamente 10 litros de agua. O que un pantalón vaquero ha costado 10.000 litros de agua en todo su proceso de producción.
El uso del agua se mide en términos de volúmenes de agua consumidos -evaporado o incorporados a un producto determinado- así como aquella que se ha contaminado durante el proceso. A partir de esta medición, se puede calcular para un producto, pero también para un individuo, un grupo -una familia, un pueblo, una ciudad, una provincia, un estado, una nación) o para productores y/o consumidores -organizaciones públicas y privadas, empresas, asociaciones…-.
Dentro de la medición de la Huella Hídrica se consideran dos tipos de consumo de agua. El primero, directo es aquel que surge de la fabricación de un producto, incluyendo el agua utilizada y la contaminada durante el proceso, así como el agua que se ha incorporado como ingrediente (en caso de que haya sido necesario). El segundo, indirecto, se corresponde con toda el agua que ha sido necesaria para producir las diferentes materias primas durante su proceso de fabricación.
De lo anterior surgen tres tipos de huella hídrica:
Si quieres leer más sobre los tipos de huella hídrica, puedes visitar el siguiente post.
El contexto actual en el que vivimos, y que condiciona el futuro más inmediato, está marcado por una escasez de agua dulce que se debe a tres elementos, interconectados entre sí, como son el cambio climático, el aumento de población y una mayor presión sobre los recursos hídricos.
Por tanto, la necesidad de gestionar un buen uso del agua se presenta como totalmente necesario como forma de mitigación y cambio de los tres elementos mencionados. Por ejemplo, se estima que alrededor del año 2025 cerca del 70% de la población mundial vivirá una situación de estrés hídrico: la demanda de agua dulce en determinadas zonas será más elevada que la cantidad disponible, o bien, habrá una clara restricción de su uso debido a las malas condiciones, por la contaminación, que tendrá el agua.
La Huella Hídrica sirve para conocer un consumo que afecta a todo lo anterior y puede dar pie a soluciones y medidas. Posee una clara localización tanto espacial como temporal, lo cual ayuda a poder concretar su medición, ya sea aplicándola a un país o estado, a una región o a un individuo en particular. Es decir, se puede considerar desde un uso amplio a uno más particular, lo cual produce unos datos cuantitativos que ayudan a conocer el gasto de agua y, por tanto, llegar a conclusiones generales con relación a las problemáticas expuestas para tomar medidas sostenibles y eficientes. Aunque es una cuestión global, las soluciones empiezan a nivel local, tomando medidas a partir de los indicadores que la Huella Hídrica ofrece.
La huella hídrica sirve para alertar sobre la importancia de una producción sostenible. Por lo tanto, tanto productores como consumidores tienen en su mano la posibilidad de reducir la Huella Hídrica. Hacerlo depende de entender los factores que determinan la Huella Hídrica y actuar sobre ellos. Así, tanto productores como consumidores y, por tanto, tener una doble responsabilidad a la hora de tomar conciencia sobre qué hacer para disminuirla.
A continuación, algunos consejos que pueden llevarse a cabo: