Tipo de innovación I: la innovación gaseosa
Empezamos nuestro recorrido por los tipos de innovación utilizando el estado como referencia el estado del agua menos visible: el gaseoso.
La organización de que se trate (desde empresa a ayuntamiento) adquiere directamente un discurso de innovación nuevo y brillante: 2.0, innovación abierta, empresa ameba, empresa sin líderes, organización autoliderada, organización plana, beta permanente, lean startup, agile innovation, empresa disruptiva, managemente by design, design thinking leadership… y a ver cuál es el próximo: lo last de lo más of the last. Yeah!
Directivos con recursos privados o públicos contratan a expertos consultores para adentrarse en una aventura de innovación. Convocan a sus bases, les presentan al equipo de innovadores, sorprenden a propios y extraños con un discurso sobre innovación, su necesidad y el compromiso de su organización con “todo lo que vendrá”. Están como electrificados. Como una nube de gas sus palabras alcanzarán hasta el último rincón. Pero el día a día del esfuerzo queda para los consultores externos, algunos esforzados agentes de cambio internos y algún empleado o funcionario que, por fin, cree encontrar salida a su monótona existencia.
Poco a poco el descontento y el desánimo van cundiendo cuando la dirección no responde a los cambios que se van proponiendo. Se niegan recursos. No hay variación en el rumbo. No cambian las actitudes. Algunos se sienten con nuevas fuerzas… para dejar la empresa, que se solidifica, así, en las viejas formas con nuevos nombres.
Todo queda en una nube de palabras.
Una variante de este tipo es aquel proceso de innovación en el que, además, el consultor es “gaseoso”: la vía rápida para la solidificación de la nada más absoluta.
Tipo de innovación 2: la innovación sólida
El agua en estado sólido nos da el segundo tipo de innovación. Pongamos ahora que la chispa de la innovación surge otra vez de un líder que se lo cree, y que se arremanga, baja al ruedo, sigue las indicaciones de los expertos, habla con todos, intenta mejorar la comunicación… y se encuentra con la resistencia más directa de directivos intermedios, líderes locales, empleados o ciudadanos.
Las interacciones con todo tipo de personas son recibidas con el más florido repertorio de frases que llevan a no hacer nada. Frases asesinas. Mi favorita: “De hecho, esto ya lo estábamos haciendo”, dicho ante algo que no se había hecho nunc antes, claro está. Unas cuantas más:
- Ya lo intentamos antes y…
- No es pertinente en estos momentos.
- No funcionará.
- Gran idea pero no para nosotros.
- No hay recursos.
- No vale la pena.
- Hasta ahora ya nos ha ido suficientemente bien.
- La gente no necesita cambios en estos momentos.
- No es el momento de crear más inquietudes.
- No se puede enseñar a un perro viejo nuevos trucos.
- Demasiado avanzado para nuestro tiempo.
- Supongo que es broma.
La resistencia, para pasmo y enloquecimiento de líderes entusiastas, adopta a veces formas de lo menos directas pero que solidifican lo ya existente a marchas forzadas. Nadie como Sir Humphrey de la vieja serie “Yes, Minister” para encarnar este tipo de estrategias.
Hay líderes que se han pasado a la meditación zen después de una experiencia así.
Tipo de innovación 3: la innovación líquida
El último de los tipos de innovación nos lo da el estado del agua más presente en nuestras vidas: el estado líquido.
Este tipo de innovación trata de no hablar, hacer. Gota a gota, empezando por la más pequeña grieta. Gota a gota, reunir suficiente agua para eliminar adherencias solidificadas. Disolver tóxicos. Dejar entrar el agua fresca. Erosionar hasta romper las presas. O bien rodear las piedras pesadas con velocidad de arroyo, dejarlas atrás, irrelevantes.
Estar en otra parte, como corriente, para cuando las piedras se enteren: para entonces estarán fuera del cauce. Aprovechar la transparencia que da un remedo de invisibilidad.
Y, como la gota malaya, perseverar.
Nadie dijo que la innovación fuera una cuestión de focos, espectáculo y celebridad. Es algo más prosaico y continuo.
Sobre todo continuo.
Un volver a empezar casi circular. Como el ciclo del agua.