Glosario
de la Sostenibilidad
GEI
Las siglas GEI responden a la abreviatura de los gases de efecto invernadero, definidos por el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico (DEJ) como «componentes gaseosos de la atmósfera, tanto naturales como antropógenos, que absorben y remiten radiación infrarroja». Pese a ser un fenómeno natural necesario y beneficioso para la biodiversidad, el efecto invernadero está detrás de la desertificación, el deshielo de las masas glaciares, las inundaciones, los huracanes y otros efectos perjudiciales.
En concreto, los GEI incluyen «cualquier gas que tenga la propiedad de absorber la radiación infrarroja (energía térmica neta) emitida desde la superficie de la Tierra y que la irradie de nuevo a la superficie terrestre, contribuyendo así al efecto invernadero», según la definición de la Enciclopedia Británica.
Cinco son los compuestos gaseosos responsables del efecto invernadero: el dióxido de carbono (CO2), el metano (CH4), la molécula de agua (H2O), el óxido nitroso (N2O) y el ozono (O3). Uno de los GEI con mayor capacidad calorífica es el metano al poseer un Potencial de Calentamiento Global (GWP) veinticinco veces más potente que el dióxido de carbono en su capacidad de retener la radiación infrarroja y siendo el tiempo de vida del metano en la atmósfera mucho menor, de unos de 15 años.
En los países angloparlantes las siglas GEI cambian a GHG o GhG, ya que provienen del anglicismo greenhouse gas. Debido al estatus del inglés como lengua vehicular, estas abreviaturas gozan de mayor predicamento en documentos y organismos oficiales.
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Pese a su matiz negativo, los gases de efecto invernadero en la Tierra tienen orígenes naturales y antrópicos. Estos últimos son consecuencia de la actividad humana y de la contaminación resultante, en especial desde la revolución industrial con la quema de combustibles fósiles, la deforestación, el uso masivo de aerosoles, el desaprovechamiento de materias, el consumo excesivo de la electricidad, el empleo generalizado de medios de transporte contaminantes, y las malas prácticas agrícolas y ganaderas para alimentar a poblaciones humanas en ascenso.
Las variaciones del efecto invernadero son mínimas en estado natural, pues este fenómeno —descrito por primera vez en 1820 por el matemático y físico francés Jean-Baptiste Joseph Fourier (1768-1830)— ha demostrado ser positivo para la vida en la Tierra, posibilitando el mantenimiento de una temperatura de alrededor de 15 ºC.
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Los gases de efecto invernadero ejercen una influencia severa en la distribución energética del planeta Tierra. No hay ninguna duda de que el incremento de los GEI —y en especial, la concentración del CO2 atmosférico como producto de la quema de petróleo, gas natural y carbón— puede provocar cambios climáticos globales al tener el CO2 en la atmósfera un tiempo de vida de entre 100 y 150 años.
Entre las consecuencias negativas de los gases de efecto invernadero destacan las siguientes:
- El derretimiento de los glaciares, con el subsiguiente aumento del nivel del mar, las emisiones de metano y la disminución de los hábitats y las áreas fértiles.
- La desertificación del suelo debida al empeoramiento de la subida de la temperatura global, lo que ocasiona una pérdida en el potencial de los cultivos por la desaparición de zonas aptas para la agricultura.
- La incidencia de huracanes e inundaciones en municipios isleños y costeros y de otros eventos climáticos de alta peligrosidad para la biodiversidad y las poblaciones humanas.
- La proliferación de epidemias y enfermedades, como el cólera, la malaria o el dengue, a causa del . E indirectamente, el aumento de las temperaturas ha demostrado contribuir al agravamiento de problemas cardiovasculares.