Glosario 
 de la Sostenibilidad

Ecosistema

Un ecosistema se define como un área geográfica donde conviven, se desarrollan e interrelacionan un conjunto de seres vivos de múltiples especies, comunidad que alberga una cadena trófica estable que revela su interdependencia. Este sistema o unidad biológica presenta elementos bióticos y abióticos, correspondiendo estos últimos al clima, la orografía, la exposición solar, etcétera.

La palabra ‘ecosistema’ proviene de las voces griegas oikos y systema, traducibles como «casa, hábitat» y «normas», respectivamente, y que significa «comunidad de los seres vivos cuyos procesos vitales se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente», de acuerdo a la Real Academia Española (RAE).

En 1930, el término fue acuñado por el botánico inglés Arthur Roy Clapham (1904-1990) para referir la unidad de elementos físicos y biológicos de un entorno determinado. Cinco años después fue introducido en el ámbito ecológico por su compatriota, el ecólogo Arthur George Tansley (1871-1955), que lo redefinió como «un sistema completo, […] que incluye no solo el conjunto de los organismos, sino también toda la globalidad de factores físicos que forman lo que denominamos ‘medio ambiente’».

En concreto, toda unidad ecosistémica se compone de dos clases de elementos correlacionados, a saber:

  1. Los bióticos, que engloban seres vivos como bacterias, mamíferos, algas, hongos, insectos, árboles…
  2. Los abióticos, que son los factores responsables de configurar las condiciones del hábitat, como la temperatura, la luz y sombra, la humedad, la presión atmosférica, las variaciones del pH y otros componentes.

Este concepto guarda estrecha relación con los términos ‘biocenosis’ y ‘biotopo’. Este último constituye el espacio geográfico en el que se desarrolla la vida en unas condiciones ambientales dadas, es decir, un ambiente vital. Por biocenosis se entiende la comunidad de organismos vivos de distintas especies que conviven y se interrelacionan en un espacio físico de condiciones apropiadas. Así pues, de la unión de la biocenosis y del biotopo surge el ecosistema ya definido.

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Los ecosistemas pueden clasificarse, en naturales y artificiales atendiendo a su origen. Los naturales son aquellos que surgen como consecuencia de las fuerzas físicas de la naturaleza, sin intervención humana. Engloban desde estuarios, arrecifes y pantanos, hasta bosques tropicales, desiertos o zonas polares.

Los ecosistemas artificiales son aquellos cuyo origen, desarrollo y/o mantenimiento depende de la acción humana, a menudo partiendo de ecosistemas naturales preexistentes. Claros ejemplos son los asentamientos urbanos, los embalses y presas, las plantaciones o cultivos forestales, los jardines botánicos o los diversos sistemas agrícolas, como los dedicados a la cría de ganado o al monocultivo

Dependiendo de su medio físico, los ecosistemas se dividen en cuatro grupos diferenciados, que se describen a continuación:

Acuáticos: son ecosistemas que se ubican en ríos, lagos y otros entornos de agua dulce, hábitat de una extensa variedad de peces, mamíferos e invertebrados. La Albufera en Valencia (España) y el Lago de Arareco en Chihuahua (México) son ejemplos de ecosistemas acuáticos.

Marinos: estos ecosistemas están representados por mares, océanos y otros sistemas de agua salada y presentan una biodiversidad plenamente adaptada a las condiciones abióticas y a los recursos del entorno marino. Una muestra de estos ecosistemas, que abarcan un porcentaje mayoritario del globo terrestre, son los bosques de macroalgas, las praderas marinas, los arrecifes de coral o las marismas salinas.

Terrestres: los ecosistemas así denominados se desarrollan en las masas continentales del planeta Tierra, ocupando el 29% aprox. de su superficie en estado sólido, incluyendo hielo y suelos arenosos. Son el hábitat de una cantidad mayoritaria de grupos taxonómicos del reino animal, y están representados por los matorrales xerófitos, los bosques alpinos, las selvas tropicales y los desiertos y dunas, por citar ejemplos notorios.

Mixtos: en estos ecosistemas confluyen otros previamente definidos, situados comúnmente entre la divisoria de dos sistemas. Por ejemplo, uno terrestre y otro marino. El resultado de este contacto es un intercambio de fauna animal y vegetal y una interdependencia mayor o menor, dependiendo del grupo taxonómico. A este tipo de ecosistema pertenecen los marino-acuático-terrestres, los marino-terrestres y los terrestre-acuáticos, como son los estuarios, los humedales o la desembocadura de ríos.

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España es el hogar de grandes ecosistemas terrestres y marinos, que conforman el hábitat de unas 50 mil especies animales y alrededor de 10 mil especies vegetales. Los más populares son el Pirineo, el Sistema Ibérico, el Parque Nacional de Doñana, Las Tablas de Daimiel o las Islas Atlántica. Cada uno de estos entornos dependen de un frágil equilibrio entre el clima, la transición entre sistemas terrestres y acuáticos o el balance entre especies proveedoras y consumidoras.

Con la aprobación de la Ley del Patrimonio Natural y de la Biodiversidad (Ley 42/2007 de 13 de diciembre), se inició un proceso de conservación y restauración del ecosistema peninsular, uno de los más ricos y valiosos del mundo. Sin embargo, este y otros ecosistemas europeos están seriamente amenazados por los efectos del cambio climático, que podrían desencadenar una disminución del secuestro de carbono atmosférico, migraciones masivas e incluso extinciones de grupos de taxones débiles. A este peligro se suma la acción humana (tala de bosques, sobreexplotación de recursos naturales, etcétera), un problema global. De hecho, en la actualidad, el ser humano ha modificado el 75% de la superficie terrestre, según la Sociedad para la Conservación de la Naturaleza (WCS).