Biofilia

Etimológicamente, la palabra ‘biofilia’ se construye a partir de las voces griegas bio, que significa «vida» u «organismo vivo», y philía, que se traduce como «afición» o «amor» hacia algo. Si bien carece de registro en la Real Academia Española (RAE), el Diccionario Inglés Oxford (OED) recoge el término como «amor a la vida y a los seres vivos» y el Diccionario Webster’s se muestra más cauto, definiéndolo como «una hipotética tendencia humana a interactuar o estar estrechamente asociada con otras formas de vida en la naturaleza».

El filósofo humanista Erich Fromm (1900-1980), influido por las lecturas de la Ética de Baruch Spinoza, define la ‘biofilia’ como «la pasión por todo lo viviente». Este concepto fue desarrollado y fijado por el biólogo inglés Edward Osborne Wilson (1929-2021) en su obra Biophilia (1984) donde describe la biofilia como «el impulso de asociación que sentimos hacia otras formas de vida». Se trata de una afinidad innata, ancestral y universal que ha conformado y conforma la mente humana hacia la resiliencia gracias al profundo vínculo que nos une a la Naturaleza para salvarla, y salvarnos con ella nosotros.

Reconocidos biófilos españoles fueron el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente (1928-1980) o el poeta Miguel de Unamuno (1864-1936) quien, en 1897, expresó que «pocos sentimientos hay que procuren al hombre mayor consuelo en sus penas, más descanso en sus trabajos, más calma en medio de las luchas por la vida y más serenidad para el ánimo que el sentimiento de la Naturaleza. Aspirando paisaje se goza de uno de los mayores placeres de la vida».

Por su parte, el divulgador y presentador burgalés de El hombre y la Tierra (1974) Félix Rodríguez de la Fuente afirmaría lo siguiente: «cada planta, cada animal, incluso cada complejo minero, cada paisaje, tiene su razón de ser. No están a nuestro alcance por puro azar o capricho, sino que forman parte de nosotros mismos. […] El hombre es un poema tejido con la niebla del amanecer, con el color de las flores, con el canto de los pájaros, con el aullido del lobo o el rugido del león».

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La influencia de la biofilia en la arquitectura moderna ha contribuido al desarrollo de tendencias como el ‘diseño biofílico’, definible como una propuesta de desarrollo arquitectónico basada en la emulación de la naturaleza en entornos artificiales, avalada por reputados arquitectos, investigadores y teóricos.

En la última década, una diversidad de proyectos arquitectónicos han buscado esta reconexión del ser humano con la naturaleza y los procesos vitales, con ejemplos tan representativos como los siguientes:

• El condiminio Williamsburg New o NX en Brooklyn (Estados Unidos) es una muestra de diseño biofílico, con vestíbulos ideados para actuar como oficina y sala de estar, una vegetación envolvente y ventanales que reducen la dependencia del suministro eléctrico y conectan a los trabajadores con la luz solar.
• En el Royal Children’s Hospital de Melbourne (Australia), referente en salud infantil, los principios biofílicos se alcanzan por medio de un espacio central de grandes dimensiones, las galerías de altos techos, la iluminación natural y la superabundancia de especies vegetales y de motivos vinculados a la naturaleza.