Las nubes cumplen una importante papel en el buen funcionamiento del ecosistema. En este divertido experimento los más pequeños podrán aprender cómo se forman las nubes y en qué consiste el proceso de la lluvia. Utilizaremos un poco de espuma para hacer nubes artificiales y dejaremos que la ciencia haga sus efectos para provocar una lluvia de colores. Suena divertido, ¿verdad?
Las nubes artificiales que hemos creado con la espuma de afeitar se llaman en realidad cúmulos. En resumen, los cúmulos son nubes que presentan un desarrollo vertical y con bordes definidos. Este tipo de nubes tienen un aspecto algodonoso pueden convertirse en otros de nubes en función de factores como la humedad o la temperatura. Tienen normalmente un aspecto alargado –en vez de horizontal– porque las corrientes termales que las formas suben hacia una altura donde el aire se puede condensar.
Conocemos como condensación el proceso de agrupación de gotas que se produce en las nubes. La condensación es precisamente uno de los fenómenos que han pasado en nuestro experimento con nubes artificiales. Cuando las gotas se enfrían, los cúmulos se condensan en partículas en polvo y son más grandes. Por ello, la condensación hace que las gotas se precipiten y caigan al fondo del vaso. En nuestro caso, en forma de una preciosa lluvia de colores.
Cuando cuelgas una toalla mojada a las horas ya está seca. Si dejas reposar el agua del bebedero del perro durante días, verás que poco a poco el nivel del agua va bajando. ¿Sabes cómo es posible que esto pase? ¿Dónde está el agua? No es que haya desaparecido. Es que se ha evaporado.
Si miras debajo de la toalla verás que no hay agua. El agua que creaba la humedad se ha convertido en vapor de agua y ha pasado a la atmósfera. Es lo mismo que sucede constantemente con los océanos, lagos, ríos, pantanos y piscinas de todo el mundo. El agua de estos lugares está en contacto continuo con el aire y la acción del sol.
El agua líquida se convierte en gas cuando las moléculas de agua obtienen energía extra de una fuente de calor como el sol. Estas moléculas energéticas abandonan la superficie y se van a la atmósfera en forma de gas. En el proceso de cambio de líquido a gas, las moléculas absorben calor, lo cual enfría el agua que dejan en la superficie terrestre.
En la atmósfera se concentran esas partículas de agua en estado gaseoso. Cuanto mayor es la temperatura o la presión atmosférica, más vapor de agua puede contener el aire. Pero la atmósfera solo puede retener un cierto volumen de vapor de agua. Cuando llega su límite se produce una saturación.
Cuando las temperaturas a las que está sometida una masa de aire caen, o cuando cambia su presión atmosférica, el aire ya no puede contener todo ese vapor de agua. La cantidad en exceso cambia de gas a líquido o sólido (hielo). El proceso de cambio del agua de un gas a un líquido se llama «condensación» y cuando el gas cambia directamente a un sólido, se llama «deposición». Estos dos procesos son esenciales en el proceso de formación de las nubes.