Para ello en la COP 21 hay que cerrar un compromiso vinculante internacional para evitar la temida subida de más de 2ºC, donde los científicos sitúan la frontera entre lo manejable y la irreversibilidad, en lo que al clima se refiere debido a el calentamiento global. Vamos rozando el filo, como siempre: la temperatura del planeta ya ha subido un grado de media y hemos alcanzado la indeseable concentración de 400 partes por millón (ppm)de dióxido de carbono en la atmósfera. Según la NASA, 2014 fue el año más cálido en la historia de la Tierra, todo ello desde que en 1880 se iniciaron los registros climáticos pero la Organización Meteorológica Mundial (OMM) acaba de anunciar que en 2015 superamos ese peligroso listón.
“Hagan algo, por favor, les estamos observando”
Serias intenciones en la COP 21
Lo que se pretende en la COP 21 es un pacto de logros a conseguir a partir de 2020 y, por lo que parece, hay intenciones serias de conseguirlo. China, el primer emisor de carbono del mundo, quiere reducir sus emisiones antes de 2030. Estados Unidos, el segundo en el ranking, promete un descenso del 25% para 2025 en comparación con el año 2005 y mediante la Clean Power Act reducirán en un 32% las emisiones del sector eléctrico para 2030.
También la UE, en tercera posición, propone una gran disminución, del 40% respecto a los niveles de 1990. India, en cuarto lugar, pretende reducir el 35% para 2030 y generar un 40% de su electricidad con energías renovables de aquí a 15 años. Rusia, la quinta de la lista, reducirá un 30% respecto a 1990… siempre que los otros grandes emisores cumplan sus compromisos. OK: declaración de intenciones a full. Ya es algo, desde luego.
Sin embargo, lo que se pretende en la COP 21 es lograr un acuerdo que hasta la ONU tilda de insuficiente: afirman que, aún cumpliendo todo lo prometido, lo que está por ver, el incremento de temperatura no será inferior a 2,7ºC . Permitir que la Tierra se recaliente dos grados es, para muchos, plantarse en una franja de enorme peligrosidad. La cuestión es candente: en algunos lugares del planeta, de aquí a 70 años, ya no se podrá vivir. Como en el Golfo Pérsico, donde se estima que hacia finales de siglo el calor excederá la frontera vivible para el hombre.
Tema primordial para todos
Es difícil comprender que existan todavía dudas de que estamos ante un tema primordial, no solo para nosotros los humanos, sino para el conjunto de organismos vivos de la Tierra. Anteponer metas meramente económicas y cortoplacistas a lo que va a redundar en el futuro de todo bicho viviente roza ya la absurdidad. Además de todas las canalladas medioambientales que está generando, el cambio climático por el calentamiento global (aquí un pequeño resumen) es hoy la primera causa de las migraciones forzosas en el mundo. Entre 2008 y 2012 144 millones de personas abandonaron sus casas por desastres climáticos oor el calentamiento global según las Naciones Unidas.
Conflicto en Siria y la sequía
En Siria, justo antes de explotara el horrible conflicto armado que sigue azotando la región, cinco largos años de sequía (2006-2011) acabaron con el 60% de la agricultura y el 80% del ganado, según un estudio publicado en PNAS. Mientras, los habitantes de las islas del Pacífico, como las islas Marshall, Maldivas, Tuvalu o Kiribati, están ya, como quien dice, con el agua hasta el tobillo y muchos otros forman parte del denominado Índice de Riesgo Climático Global (IRC) que ha publicado la ong Germanwatch. También se prevé que, en España, las sequías prolongadas y las olas de calor fuercen en un futuro cercano la migración de los territorios del sur.
El futuro del hombre, ¿reside en la Tierra?
Lamentablemente podríamos seguir in eternum enumerando las razones por las que es esencial que en esta mega reunión parisina se tomen decisiones contundentes. Porque, si a pesar de todo lo que vemos y sabemos, se opta una vez más por mirar hacia otro lado… será una evidencia que lo único que sabemos hacer es huir hacia delante.
En ese caso, como piensa, entre otros, Stephen Hawkins, puede que el futuro del hombre no resida en la Tierra. Es de suponer que ese hombre venidero colonizará otros planetas yermos e inhóspitos mientras el planeta azul se regenerará de nuevo hasta recuperar ese equilibrio que nos fuimos cargando desde siglos atrás. Qué lástima, recitaría entonces alguien parafraseando a Óscar Wilde, que en la vida solo aprendamos las lecciones cuando ya no no son de ninguna utilidad.
La UE en la COP 21
Según anuncia el Parlamento Europeo, los compromisos primordiales de la UE para combatir el cambio climático en la COP 21 -que en la cumbre hablará como una sola voz, lo que tendrá más peso que 28 estados individuales- son los siguientes:
- Suprimir por completo las emisiones de carbono para el 2050.
- Reducir en un 40% las emisiones europeas de gases de efecto invernadero de aquí a 2030.
- Limitar el calentamiento global a menos de 2ºC por encima de los niveles preindustriales.
- Desarrollar un conjunto de medidas financieras para luchar contra el calentamiento global, como los fondos verdes, el establecimiento de un precio del carbono o la financiación de proyectos verdes a través del comercio de derechos de emisión.
- Incrementar la eficacia energética en un 40% de aquí al 2030.
- Asegurar un 30% de energías renovables en ese plazo de tiempo.
- Eliminar completamente las subvenciones a los hidrocarburos para el 2020.
Interesante infografía de World Resources Institute (WRI) sobre el ranking de países emisores de carbono.
Un poco de background de las Conferencias de las Partes (COP):
1987: Los países acuerdan el Protocolo de Montreal, un modelo de trabajo global para prohibir el uso de CFCs (clorofluorcarbonatos) generadores del agujero de ozono.
1992: 154 países –las «partes»– firman la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (UNFCCC por sus siglas en inglés), para evitar «interferencias antropogénicas peligrosas en el sistema climático de la Tierra». Hoy son ya 196 países (195 + la UE) los comprometidos en reducir las emisiones de CO2.
1997: En un intento de avanzar con los acuerdos de la UNFCCC, las naciones parte crean el Protocolo de Kyoto. Se obliga legalmente a los países industrializados a reducir sus emisiones de acuerdo a las metas establecidas a nivel internacional. Algunos países se resisten, como los Estados Unidos, que se niegan a dar su firma formal.
Después de 2000
2009: La UNFCCC celebra su 15ª conferencia de las partes en Copenhague, una cumbre que no cumplió con las expectativas.
2011: La COP 17 tiene lugar en Durban, Sudáfrica. Allí se establece que en 2015 se deberá implementar un nuevo acuerdo climático global aplicable a todas las partes. Se gesta el espíritu de la COP 21 de París.
2013: Las negociaciones durante la COP 19 celebrada en Varsovia establecen las herramientas que los países deberán utilizar para cumplir los objetivos. Permite a los países establecer sus propias metas en un marco común, en lugar de asumir los marcados por la comunidad internacional. Por primera vez, los países asumen objetivos reales dentro del marco establecido a nivel internacional.
2015: La cumbre que ahora comienza acogerá representantes de los 196 partes. Cada país envía a un delegado elegido por su gobierno. Estados Unidos manda al «enviado especial para el cambio climático», Todd Stern, del Departamento de Estado, China, al vicepresidente de la Comisión de Desarrollo y Reforma, Xie Zhenzua. La mayoría de países envía a sus ministro de medio ambiente. También España, que manda a la ministra Isabel García Tejerina. Si se asumen los compromisos prometidos, todo indica que queda algún margen de maniobra para evitar los fatídicos 2ºC de aumento de temperatura media global. El objetivo final: cerrar un acuerdo universal sobre el cambio climático.