Microrrelatos

Ni siquiera la tecnología cambia la educación

Y al levantarse como cada día preparaba la mochila metía
libros, libretas y partía al colegio con menos ganas que el día anterior pero
no más que el siguiente. Y es que no comprendía por qué debía estudiar la
literatura y no amarla, ni por qué debía memorizar formulas físicas sin
observar cómo se llegaba a ellas. Solo debía cambiarse el cerebro por la
grabadora que cada noche cargaba porque en el colegio ya no enseñaban a
comprender solo exigían memorizar y para eso nadie necesita un cerebro.