Microrrelatos

Un ciencio y una divina

Crucé la frontera
entre los ciencios y los divinos. Dejé atrás a Dios por un mundo donde los
objetos levitaban y los androides sonreían. Me había enamorado de un ciencio.

Nada más verlo me
pinchó con una aguja antes de besarme. Dijo que todo iba bien, que mis niveles
de oxitocina se mantenían por encima de 5mg/ml, “por ahora nuestro amor perdura”,
anadió, “aún no necesitamos tomar pastillas”. Me callé, pero juré por Dios que
antes de medicarme para amar volvería a saltar la muralla.