Microrrelatos

Otoño

Miraba la hoja del árbol caer. Era maravilloso verla dibujar caminos impredecibles hasta instalarse suavemente sobre el suelo amarillento. Observar las ondas que trazaba y jugar a imaginar el número de vueltas que podía dar antes de llegar a posarse. Y allí se quedaba, inmóvil, sin brisa alguna que la desplazara, ni ninguna otra hoja que la pudiera ocultar. ¡Eureka!

Buscaría otro árbol para ver su hoja caer.