Microrrelatos

Eternidad virtual

Para la última voluntad de mi abuela moribunda en su lecho de muerte, fue necesario verla abrir con lenta agitación la gaveta de su mesita de noche y sacar de allí su medio de comunicación final. Tras encender su tablet, se fue hasta
los Estados Unidos a través de Skype y le dijo a mi padre anglosajón: «Lo único que pido, es que no me eliminen mis redes sociales. Soy
eterna», y en medio de una tos ahogada por el estruendo de la tableta al caer al piso, mi abuela dejó de respirar.