Microrrelatos

La tenía entre mi brazos

La tenía entre mi brazos. Mi carga emocional de amor me hacía mantener la serenidad a duras penas, y el agua de mis ojos vidriosos se mantenía a raya con gran esfuerzo. La tarde se planteaba dura, y ella entre llantos y giros de su cabecita se preguntaba por qué debía cambiar lo natural por lo artificial. Ese líquido lechoso insalubre no era nada comparado con la leche materna.
La tarde se planteaba dura, y lo fue. No fue la única.
Los cambios siempre son duros, y mi hija lo vivió por primera vez.