Microrrelatos

Máquinas

La mujer se sienta en el parque a las nueve en punto, como cada mañana. Un hombre la observa desde el otro lado cada mañana desde hace siete meses, los mismos que lleva jugándose una última oportunidad.

Apuesta y hace pausas para mirar por la ventana, piensa que la creación de un hombre no puede ganarle a un hombre.

Un día más, 8:45 de la mañana, la máquina se rinde y el hombre grita. Su vida está arreglada.

Se le ocurre salir al parque, necesita de alguien, la recuerda, la espera: a la mujer de las nueve de la mañana. Se sienta y respira. Bastó un pestañeo para que el aire se tornara oscuro, anochece.

Cuando el hombre reacciona recuerda la razón que lo mantuvo insistente con las apuestas durante tanto tiempo:

-Ingeniosa lata- y se carcajea.