Microrrelatos

La vacuna

La doctora Alma abrió los ojos, pero no levantó la cabeza. Había vuelto a dormir en su despacho, más precisamente sobre su mesa. Sentía un fuerte dolor en el cuello a causa de la mala postura, así que esperó un poco antes de incorporarse. Hacía tres días y dos noches que no regresaba a su modesto apartamento, pero le había valido la pena. Su última cobaya no había muerto aún. Esto significaba que el suero funcionaba. Solo tendría que descubrir el porqué. ¿Cuáles eran las propiedades orgánicas que diferenciaba aquella rata de las demás? Todas infectadas con el virus VIH.