Microrrelatos

Una vida consagrada a la ciencia

Amigo, llévale esta
carta a Constanza, mi amada; dile que la libero de mis promesas y que sea feliz.
Sí, América es imprevisible. Quizás allá esté mi muerte y mis veintiún años de existencia
queden en el olvido, sin haber descubierto nada. Confío en que nuestro Señor me guarda
para grandes hazañas. Ahora debo partir. Dame un abrazo. Reza por este tu amigo Jorge Juan y Santacilia, un hombre de ciencia, que siempre soñaba con navegar por
el mundo y traer glorias para España.