Microrrelatos

Intangible

Sabía que la vista es para ver; le dolía cuando proyectaban una luz potente hacia sus ojos. Que el oído es para oír; le dolía cada vez que alguien gritaba. Sabía que el gusto es para saborear; pero le dolía al probar algo muy picante o muy ácido. Que el olfato es para oler; le dolían los olores desagradables. Y que el tacto es para tocar, aunque le dolía al golpearse.

Un día empezó a llorar. No alcanzaba a comprender cómo podía doler tanto algo que no podía ver, oír, probar, oler ni tocar.