Microrrelatos

Tus manos

La pareja abre los ojos pese al polvo fino y seco que flota en el aire, observando lo que hasta hace poco era un oasis enorme, refugio para centenares de personas y animales. La codicia y el clima enloquecido se llevaron el agua, y todos tuvieron que marchar.
Ellos dos no se rindieron, volvieron antes de ayer y no han parado de colocar peculiares artefactos sobre mi manto de arena caprichosa, junto a los que entierran puñaditos de semillas. En seguida aparecen las primeras gotas, humedeciendo los hoyuelos. ¡Me alegro tanto de que hayan vuelto!