Microrrelatos

La última visita.

Y entonces bajó los peldaños que omitían gravedad ante el asombro de casi un millar; para quien llegaba desde el hielo de Oort, tamaña cantidad le resultaba un absurdo. Su piel diamante encandiló al presidente y sus ministros, todos laxos como la marea galáctica que había dejado atrás . Pidió silencio sin decirlo, a través de cada mente y cada cuerpo, e incluso los militares aprendieron a obedecer. Luego, y alzando brazos tan largos como un hombre, preguntó: “¿Y dónde está Giordano Bruno? Fue él quien me llamó.”