Los huertos urbanos y la huella ecológica

Según la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), los huertos urbanos “proporcionan alimentos frescos, generan empleo, reciclan residuos urbanos, crean cinturones verdes y fortalecen la resiliencia de las ciudades frente al cambio climático”.

La FAO defiende que la agricultura urbana puede hacer una importante contribución a la seguridad alimentaria de las familias. Sobre todo en tiempos de crisis y escasez de alimentos. Actualmente son cada vez más las personas que participan en un huerto urbano o tienen su huerta en casa. Ya no se ven sólo como huertas, sino también como espacios verdes, sostenibles y de ocio.

La producción es consumida por los productores, o se vende en mercados urbanos, como los mercados de agricultores de fin de semana cada vez más populares y que se encuentran en muchas ciudades. Los alimentos producidos a nivel local requieren menos transporte y refrigeración. Por eso la agricultura urbana puede abastecer a los mercados cercanos con productos más frescos y nutritivos. Y, por supuesto, a precios más competitivos.

Origen de la agricultura urbana

La agricultura urbana germinó en los inicios de la ciudad industrial del siglo XIX para cumplir funciones de subsistencia, higiene y control social. Pero el fenómeno de los huertos urbanos renace con fuerza a partir de 1960 y 1970. En un momento en el que la crisis de la energía y la recesión económica se dejan sentir, especialmente en los barrios de bajos recursos de las ciudades occidentales, vuelven a surgir. Pero la razón no es tanto la necesidad de alimentos, sino la necesidad de responder al sistema. Están impulsados por los movimientos ecologistas que buscan una forma de autogestión, la integración de grupos sociales excluidos y el desarrollo de comunidades.

Foto: Cebollas y lechugas sobre el asfalto / CC0 Public Domain

Se calcula que en el mundo actualmente hay 800 millones de personas involucradas en agricultura urbana, de las cuales unos 60 millones son latinoamericanas. En cuanto a la situación europea, Polonia es el país con más metros cuadrados de agricultura urbana por habitante (25,4 parcelas/1.000 hab.), seguido de Eslovaquia (16,3) y Alemania (12,3). España, a pesar del crecimiento experimentado en los últimos años se encuentra muy lejos de estos valores con 0,3 parcelas/1.000 hab.

La evolución de los huertos urbanos en España

En España también surgieron huertos urbanos como respuesta a situaciones de precariedad. Pero fue a partir de mediados de los años 50, cuando se produce una gran migración hacia las ciudades industriales. Esto hizo que en ciudades como Madrid o Barcelona surgieran pequeñas huertas en la periferia. Son una vía de contacto con la naturaleza, al mismo tiempo que aportan beneficios educacionales, sociales, ambientales, terapéuticos y, en algunos casos, económicos. Para su creación y desarrollo no hay que disponer de grandes extensiones de terreno; sólo se necesita un solar que está en desuso, las azoteas de los edificios e incluso los balcones y terrazas de la propia vivienda.

En España, según un estudio dirigido por Gregorio Ballesteros, del Grupo de Estudios y Alternativas GEA21, el número de huertos urbanos supera los 15.000, en más de 300 municipios, con una superficie de más de millón y medio de metros cuadrados, unas 150 hectáreas o el equivalente a 150 campos de fútbol como el Santiago Bernabeu. Esto nos da una idea del impacto social y medioambiental de esta pujante actividad.

La superficie media de las zonas de huertos es de 4.143 m2, aunque hay una importante variación entre ellas que oscila entre 500 y 40.000 m2. El tamaño medio de la parcela o huerto es de 75 m2. Aunque también varía significativamente de una zona a otra, que va desde los 20 hasta los 450 m2.

 

Actualizado: 19/04/2021