Microrrelatos

GRAVEDAD

Una bola de iridio va en caída libre hacia su destino. Indiscutible, veloz… siguiendo su curso sin cavilaciones.

La trayectoria es tan exacta que cualquier otro recorrido parecería forzado.

De todas las realidades, la gravedad parecería ser la ley del destino que nos lleva a nuestro centro de forma magnética, nos empuja a nuestra meta en un envión de coraje… y encima hace girar los planetas. Menuda tarea.

Entendido esto se dejó llevar.

Habría sido como intentar frenar un estornudo.


El joven James trabajaba en un laboratorio. Día y noche. No hacía otra cosa. Experimentaba, como todo en la vida, era una lección de aprendizaje. Probaba a juntar sustancias químicas. Anotaba sus descubrimientos. Creía que estaba cambiando el mundo, pero no era cierto, solo se estaba cambiando a sí mismo. Metamorfosis. Los agujeros de las ojeras colgaban de sus ojos. Parecía un anciano en el espejo. Los años habían transcurrido sin él darse cuenta. Su pelo era de un color blanco níveo. Las arrugas marcaban las dobleces de su rostro. Había encontrado la gravedad de la vida. La Muerte.