Glosario 
 de la Sostenibilidad

Hidrocoria

La hidrocoria se define como la diseminación de organismos por medio de las corrientes del agua. Las especies vegetales, esencialmente plantas acuáticas, que utilizan este mecanismo de dispersión se clasifican en dos grupos: nautohidrocoras y ombrohidrocoras.

La dispersión de las simientes es uno de los momentos críticos en el ciclo biológico de cualquier ser vivo; un periodo de especial importancia para la conservación de ecosistemas y de comunidades bióticas. De todos los mecanismos dispersivos, la hidrocoria es el que goza de mayor extensión entre las plantas acuáticas de pantanos, selvas tropicales y biomas de similares características.

Etimológicamente, el término ‘hidrocoria’ se forma a partir de las voces griegas hidro y khora, que significan «agua» y «dispersión». Aunque la Real Academia Española (RAE) no registra el concepto, el diccionario Collins English (CED) lo recoge con el significado de «de la dispersión de semillas a través del agua o relacionado con ella».

La hidrocoria es un fenómeno privativo de los territorios con abundantes recursos hídricos, donde los vegetales prosperan en contacto permanente con este elemento y no mediante la sola intervención de eventos hidrometeorológicos (lluvia, inundaciones pluviales, relente) más o menos regulares. Esta ‘diáspora’ acuática requiere, pues, que la planta madre habite en las proximidades de lagos, ríos, costas, etcétera, con el fin de que sus semillas se depositen en el agua y se desplacen lejos con los movimientos del agua.

Así, la hidrocoria entraña beneficios como la fácil distribución de simientes por territorios alejados o la eliminación de la competencia entre plántulas, siendo uno de los principales métodos dispersivos en el mundo vegetal, juntamente con la anemocoria (dispersión con ayuda del viento), la autocoria (dispersión con propulsores o disparadores internos de la planta madre) y la zoocoria (dispersión por medio de especies animales).

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La hidrocoria es tan eficaz como método de dispersión que hay al menos cien especies de peces presentes en todos los océanos. El desplazamiento no supone que la especie pueda reproducirse en el lugar donde ha sido dispersada por el agua. La hidrocoria también tiene lugar en el agua dulce y no siempre es necesario que haya un desplazamiento por la corriente, pues la propia fuerza cinética de las gotas de lluvia, empujando hacia la tierra las semillas de las plantas, también se considera hidrocoria.

Un ejemplo lo encontramos en el  percebe pequeño Lepas pectinata que, adherido a las tablas de madera que flotan por el mar a la deriva, se dispersa con las corrientes dominantes. También los organismos terrestres pueden dispersarse por hidrocoria, como el fruto en drupa del coco del cocotero (Cocos nucifera) que, con su propia reserva de agua para la germinación, es capaz de flotar y  colonizar otras playas. Al igual sucede con la azucena de mar de las dunas (Pancratium maritimum) que, aprovechando el tejido esponjoso y flotante que envuelve sus semillas, se dispersa con las mareas vivas.

Las especies vegetales que se sirven de la hidrocoria para su reproducción, se dividen en dos grupos, a saber:

Nautohidrocoras. Las semillas de estas plantas viajan largas distancias flotando en las corrientes, transporte para el cual están preparadas gracias a la presencia de sacos aeríferos y otras estructuras similares.

Ombrohidrocoras. Las plantas así clasificadas no emplean el agua como agente de transporte, pero sí depende de las gotas de lluvia para activar el proceso de diáspora.