Glosario 
 de la Sostenibilidad

Foresia

La foresia es la relación entre especies por la cual una de ellas transporta a la otra favoreciendo su dispersión. Se diferencia de otras clases de comensalismo por la ausencia de interés alimenticio, ni ser invasiva para el organismo hospedador.

Etimológicamente, el término ‘foresia’ proviene de la voz griega phórēsis, traducible en lengua española como «transporte», donde probablemente se introdujera en forma de préstamo lingüístico del francés phorésie. Aunque el diccionario de la Real Academia Española (RAE) no recoge el término, el prestigioso Merriam-Webster de habla inglesa lo registra como «la asociación no parasitaria de un tipo de animal con otro para obtener transporte».

Por consiguiente, la foresia es un tipo de comensalismo entre individuos donde el beneficio de una de las partes proviene del transporte proporcionado por la otra. Lejos de ser un fenómeno biológico reciente, la foresia se practica desde hace más de 300 millones de años. Respecto a la foresia, el ecólogo barcelonés Ramón Margalef López (1919-2004) señaló en su tratado ‘Ecología’ que «tal relación ha influido profundamente sobre la especiación, y evolución en general, de las plantas superiores».

El organismo hospedador es el transportador, el cual puede ayudar no sólo a transportar a otros organismos de menor tamaño, como los tiburones ballena a las rémoras, sino también ayudar a la dispersión de crías, polen, frutos, semillas u otros propágulos. Uno de los ejemplos más conocidos de foresia fue descrito por Charles Darwin en ‘El origen de las especies’ al cultivar el barro de las lagunas que las aves llevaban, llenas de semillas, en sus patas: «pesó tan sólo seis onzas y tres cuartos; lo conservé tapado en mi cuarto de trabajo durante seis meses, arrancando y contando las plantas a medida que salían; estas plantas eran de muchas clases, y fueron en número de 537, y, sin embargo, todo el barro, húmedo, cabía en una taza». 

Esta relación interespecífica se manifiesta de múltiples y variadas formas. Por ejemplo, las avispillas del género Trichogramma, singulares por sus reducidas dimensiones, viajan largas distancias unidas a la cuenca del ojo de la mariposa de la col (Pieris brassicae). Por otra parte, determinadas especies de ácaros, como el Macrocheles, se aferra al abdómen de moscas, escarabajos y otros insectos para movilizarse y economizar energía.

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Denominado a su vez como foresis, la foresia es un tipo de comensalismo que no debe asimilarse ni confundirse con la metabiosis o el inquilinismo. Este último se produce en el momento en que el individuo de una especie ocupa y habita el cuerpo de otra, sin infringirle daños. La vida de los pícidos (Picidae), por ejemplo, se desarrolla mayormente entre las vetas del tronco del árbol en que anidan, sin ocasionar un perjuicio significativo a la especie hospedadora en cuestión.

Por su parte, la tanatocresia o metabiosis interviene cuando los organismos de una especie se alimentan de los desperdicios, residuos o cuerpo en descomposición de otra. Por ejemplo, los paguroideos (Paguroidea) se sirven de las conchas de caracoles muertos para proteger su abdomen y proporcionarse una ‘vivienda’ permanente. A diferencia de cualquiera de estas relaciones interespecíficas, la forensia se produce únicamente cuando una especie transporta a otra de manera consciente o inconsciente.