Ecoetiqueta

La ecoetiqueta es un distintivo de carácter voluntario que se gestiona conforme a estándares reconocidos y que se concede tras evaluaciones científicas independientes, para que el sistema productivo pueda acreditar la información sobre el ciclo de vida y la calidad ambiental de los bienes y/o servicios que suministra a la sociedad. De este modo, se pone en valor el desempeño medioambiental de las empresas con ecoetiquetado, frente a las empresas similares sin este distintivo.

El Diccionario Inglés Oxford (OED) recoge el término como «un símbolo oficial que indica que un producto ha sido diseñado para causar un menor daño al medio ambiente que otros productos similares».

Etimológicamente, la palabra ‘ecoetiqueta’ se construye a partir de la voz latina echo y del préstamo francés étiquette, derivado a su vez del latinismo est-hic-quaestio, cuyo significado original —«aquí está la cuestión»— se aparta del conocido actualmente.

La primera ecoetiqueta oficial de la historia, Blauer Engel, fue introducida en 1978 por el gobierno alemán en el marco de un programa de ecoetiquetado precursor que sirvió de inspiración al resto de programas de ecoetiquetado. La certificación ‘Ángel y el resto de sistemas de etiquetado ecológico constituyen hoy una de las principales herramientas de tutela ambiental mundial. Este tipo de certificado incentiva, por un lado, la responsabilidad medioambiental en las empresas y, por otro, la sensibilización de los consumidores. Todo ello a la espera de que estos generen un beneficio circular, exigiendo a su vez a los productores de bienes y/o servicios que logren reducir el impacto ecológico de sus actuaciones por la ventaja competitiva que confiere la ecoetiqueta para la imagen corporativa.

Pionera en las políticas europeas de sostenibilidad comunitaria es la Etiqueta Ecológica Europea (EEE, EU Ecolabel), implementada en 1992 para ayudar a empresas y consumidores a reducir su huella ecológica. De carácter voluntario, este sello posee el respaldo de todos los países miembros de la Unión Europea y forma parte del Plan de Acción Comunitario de Producción y Consumo Sostenible y Política Industrial Sostenible de la UE.

Facilitar la identificación y fomentar el consumo de productos ecológicos es el objetivo de la etiqueta EEE. que alcanza informando a los consumidores de manera precisa y oportuna en los envases, en spots televisivos, etcétera. Su consecución depende asimismo de la regulación de entidades independientes que carecen de presencia e interés en el mercado.

Además del sistema de etiquetado EEE, un elenco de distintivos ecológicos conviven para cumplir con los objetivos de desarrollo sostenible marcados por los países miembros de la Unión Europea:

El sello UE Energy Star pertenece a un programa impulsado en 1992 por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA). Restringido en principio a los productos informáticos dirigidos al público estadounidense, esta etiqueta abarca hoy los bienes de otros sectores en países como Japón, Nueva Zelanda, Canadá o la Unión Europea.
La certificación de productos Aenor está gestionada por la Asociación Española de Normalización y Certificación y actúan de acuerdo a las normas UNE en materia de criterios ecológicos.
La etiqueta energética, o EU Energy Label, está vigente desde 1995, se rige por la Directiva 92/75EC, y su finalidad es informar sobre las características energéticas de los electrodomésticos, con una clasificación alfabética desde la A a la G, ordenados así de mayor a menor eficiencia.
La etiqueta FSC fue impulsada por la organización Forest Stewardship Council y desde 1990 ayuda a identificar los muebles, envases de cartón, etcétera, desarrollados a partir de madera y otros residuos provenientes de bosques sostenibles.