Glosario 
 de la Sostenibilidad

Comportamiento sostenible

El comportamiento sostenible es la actuación ética, equitativa, solidaria, eficaz y responsable que reorienta las capacidades humanas hacia un desarrollo sostenible.

El comportamiento humano es, como vienen ratificando cientos de estudios e investigaciones, la raíz de gran parte de la problemática ambiental: desde la pérdida de la biodiversidad, la deforestación o la contaminación del agua hasta la sobreexplotación de los recursos naturales o la disminución de fuentes hídricas.

Por definición, un comportamiento sostenible engloba todas las normas, creencias y acciones orientadas a la preservación de los recursos disponibles en la naturaleza. También abarca los valores percibidos como responsables desde una perspectiva ecológica y social: el altruismo, la equidad, el respeto, la austeridad o la solidaridad, entre otros.

En la práctica el comportamiento sostenible, comúnmente abreviado con la sigla SB del inglés sustainable behavior, se manifiesta en una serie de actuaciones concretas —ahorro energético, disminución de los residuos, reutilización de bienes de consumo, etcétera— en busca no sólo de un beneficio inmediato para el medio ambiente, sino también tangible para las generaciones presentes y futuras.

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La sostenibilidad como concepto se remonta a las décadas de 1970 y 1980, y la acuñación de uno de sus principales sinónimos —desarrollo sustentable— se produjo tardíamente en 1987 en el informe de Brundtland de las Naciones Unidas (UN) por la política noruega a la que debe su nombre, Gro Harlem Brundtland. En consecuencia, cualquier forma de conciencia o comportamiento sostenible debió esperar hasta los años noventa para encontrar el eco de las nuevas generaciones.

Denominado a su vez ‘conducta sustentable’, el comportamiento sostenible es una nueva manera de actuar, y a la vez una nueva ética, fruto de una diferente mirada sobre la Naturaleza, al cambiar nuestro punto de vista como observadores de la realidad, no como algo que queda fuera de nosotros. Igual que si mirásemos girar un tiovivo que nos es ajeno, sino dando vueltas con todo, que es como realmente vivimos, subidos al tiovivo de la Biosfera, con la responsabilidad de su destino, que es también el nuestro, marcado por el comportamiento humano sobre la Tierra.

«El ecologismo reintroduce los componentes éticos en el comportamiento de unos humanos rendidos a los principios asépticos de la eficacia. Y, especialmente, devuelve a los humanos el carácter de seres solidarios, y por eso mismo dependientes del resto de la biosfera. Esto significa que el ecologismo rompe con el antropocentrismo. Y lo hace con la misma contundencia con la que los copernicanos abolieron el geocentrismo», citando la obra ‘Ambiente, Territorio y paisaje. Valores y valoraciones’ de Ramon Folch y Josepa Bru.

Mediante el comportamiento sostenible, cada individuo y el conjunto de los ciudadanos —es decir, la sociedad— intervienen en la consecución de metas fundamentales para la conservación del medio ambiente, como las establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030.

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La pasividad y el conformismo son contrarios al comportamiento sostenible. De ahí que se hable de ‘comportamiento’, es decir, de una «manera de comportarse» y, más específicamente, de «actuar de una manera determinada», citando a la Real Academia de la Lengua Española.

Por esta razón, los ciudadanos con un comportamiento sostenible participan activamente del proyecto de futuro de una sociedad más sostenible por medio de una serie de acciones eficientes, asequibles y proactivas. Buenos ejemplos son el reciclaje doméstico, la disminución del consumo eléctrico, la inversión en inmuebles con tecnología ‘Passivhaus’ o la preferencia por bienes de consumo sostenibles en su origen, procesamiento y comercialización.

Si bien estos comportamientos y decisiones tienen el fin de conservar el medio natural y de favorecer el desarrollo sostenible, el ciudadano es agente y destinatario de esta transformación, cuyos beneficios redundarán en él y en sus conciudadanos. La mejora de la calidad de vida es una primera retribución, pero también cabrían citarse la felicidad y bienestar psicológico o la plenitud de sentirse autorrealizado.