Microrrelatos

Exploración

Una tarde descubrí que a mi compañera de probetas se le aflojaba la resistencia en el laboratorio. Tal vez fuera por estar en un subterráneo. En el subsuelo hay siempre más humedad. O quizá eran los fluidos que manejábamos, cosa de la química inorgánica trasladada a la orgánica. No tuvo que decirme nada, sino aproximarse, apretarse un poco más de lo que exige observar al mismo tiempo el proceso de la reacción en el matraz. Desde aquel día, el artilugio de Erlenmeyer es un aliado de mis manos.