Microrrelatos

El extraño caso del científico Pedro

Pedro decidió plantarse. Literal. Tras tentativas frustradas por sus familiares de convencerle que saliera del huerto, decidieron regarle y abonarle a diario. No estaban dispuestos a que muriera. Lo veían tan feliz, y era una felicidad tan contagiosa y luminosa, que pasaron generaciones y generaciones y seguía allí, arraigado a su plenitud. Muchos años después, durante el ocaso, el dedo anular se desprendió de su mano y cayó a la tierra húmeda. Ese día aclaró algunas dudas. A su lado brotó su fallecida mujer.

Estudiado por la ciencia hasta la desesperación para dar con lo inexplicable, ahí sigue estando. Latente