Microrrelatos

El aerogenerador

No hizo falta que
mi hijo me lo advirtiera. Supe que habíamos llegado por el zumbido acompasado
que producían las gigantescas aspas al girar sobre su eje, y también por los
rayos de sol crepuscular que, alternándose con brevísimos lapsos de sombra,
alcanzaban mi cara. Para mis ojos, privados desde siempre de visión, aquel
gigante no era muy distinto a los molinos que mi madre había descrito al
relatarme, cuando era niño, las andanzas de Don Quijote y su fiel escudero.