Cadáver

Angustus, la sensación de encontrarse en un abismo estrecho y profundo sin saltar. No había una palabra que describiese mejor lo que sentía, tal vez por las alarmas antiaéreas, activadas para proceder a la entrada de los búnkeres bajo tierra. Lo único que se me pasaba por la cabeza es la velocidad con la que había ocurrido, pues ya quedaban lejos las noticias comentando el aumento de las temperaturas y recomendando el ahorro de agua. Esta vez era real y estábamos condenados por haberlo dejado ocurrir, como un cadáver, bajo tierra.