Galería
Invicta
Invicta
Autor: María Stephanie Ricse Gonzáles
Cuando Marjane escuchó otra vez los quejidos del hombre en el vagón 98 se asomó para comprobar que saliese una hormiga gigante. Al verla, colorada y oculta tras un cajón de frutas, decidió acercarse y aplastarla con el pie, pero no pudo. La opacidad en sus ojos presagiaba la muerte y el cuerpo se le cubrió de un sudor perlado cuyo aroma Marjane asoció al vinagre y le produjo compasión. Extrajo hipervitamínicos de su bolso y los ingirió; luego, con una navaja cortó su antebrazo izquierdo, lo ofreció a la hormiga y se alejó, esperando haberle sido útil.