Galería
Y sin embargo
Y sin embargo
Autor: Paola Mireya Tena Ronquillo
El juicio estaba siendo tan aburrido que Galileo ya no sabía cómo entretenerse. Se miró la punta de los pies y un caracolillo que reptaba siguiendo el borde del muro captó su atención. Observó el caparazón enorme arrastrado a duras penas por la escuálida babosa marrón, y maravillado por el ingenio de la naturaleza no pudo evitar exclamar en voz alta: Y sin embargo, se mueve.