Ciclo olímpico del agua

Esperó dentro de una bebida isotónica hasta que, en un trago apurado, logró entrar al cuerpo exhausto del maratonista que apretaba el paso cerca de la meta. Como pudo cruzó hacia el torrente sanguíneo donde, a tropezones entre células, recorrió un laberinto de túneles que latían en tropel. Venia lo más complicado. Transportada dentro de un eritrocito esquivó vaporizarse en el aliento o ser expulsada como sudor antes de llegar a la meta. Al sonar el himno fluyo de emoción por el canal lagrimal para luego evaporarse de frustración al descubrir que no había ganado el oro. Será la próxima.