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Instante fecundo

Instante fecundo

Autor: Emiliana Soledad Racigh Lazo

Esa mañana la flor abrió su corola mientras el viento la mecía suavemente. El sol irradiaba los pétalos y los ultravioletas comenzaron a chillar. Una abeja sintió su fragancia. El insecto la observó curiosamente. El color y el aroma eran embriagadores. Con delicadeza se posó sobre los pétalos y los acarició. Las anteras vibraron y una fina lluvia de polen las cubrió. La abeja, extasiada por los estímulos, recogió su recompensa del nectario. Fue en ese momento cuando el estigma tímido recibió un gameto, que viajó por el estilo y llegó al ovario de la flor. Un instante fecundo.

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