El conejillo de Indias

Cuando el virus se deslizó por su garganta y se alojó de un tirón en un rincón de su estómago como un exhausto corredor de fondo, él garabateó unas letras en un papel en blanco y se sentó a deshojar las horas en su silla plegable con los pies encima del escritorio y los brazos cruzados detrás de su cabeza. Solo era cuestión de tiempo, estaba convencido que había descubierto la vacuna preventiva que salvaría a la raza humana.