Galería
Tarde
Tarde
Autor: Francisco Sánchez Egea
Cuando la enfermedad afectó a aquel niño inocente, la ciencia de todo el imperio se volcó en su estudio. Para entonces, la plaga ya se había llevado a muchos vasallos. Con los instrumentos adecuados, no tardaron en encontrar la cura. Pero era tarde para el crío. Dicen que, algunas noches, desde cualquier rincón del vasto territorio, se puede oír al emperador llorar por su hijo.