Noches con Papanicolaou

-¿Qué ves Papanicolaou? Al acercarme, observé un mundo de colores. Cientos de pequeñas células con membranas delicadas, cada una coloreada como si portara un vestido de seda, los pequeños núcleos simulaban ojos coquetos, guiñándome como a un admirador vuelto presa de su seducción. Por fin un espectador que apreciara la belleza de su danza. De pronto, un mal presentimiento. Algunas ya no sonreían, trataban de pasar desapercibidas, pero sus núcleos grandes, negros y retorcidos presagiaban una gran calamidad. Levanté los ojos del microscopio, horrorizado. -Ya no podrán esconderse, dijo él, sonriendo.